La resaca ciudadana

Lo llamamos ‘Fiesta de la democracia’, porque ‘Día en el que os dejamos creer que mandáis algo’ era muy largo. Lo repetimos cada vez que vamos a votar, como quien brinda con sidra sin alcohol: con entusiasmo fingido y cierta sensación de engaño. Acabamos de vivir unas nuevas elecciones, con su liturgia habitual —encuestas, tertulias, fotos del momento histórico y declaraciones emocionadas a pie de urna— y ya huele a resaca. Pasados unos días, cuando los micrófonos se han apagado y los titulares se han marchitado, a nadie le importa demasiado lo que ha ocurrido en la comunidad extremeña si no es para usarlo como ejemplo o como advertencia. Ni siquiera a los que juraron que nuestro futuro estaba en juego.