Sobre las ruinas de Gaza, la tragedia toma distintas formas. Los bombardeos a gran escala que arrasaron el enclave y más de 70.000 vidas palestinas han desaparecido para dar paso a la brutalidad del invierno. La realidad del alto el fuego conlleva nuevas formas de morir más lentas, aunque igual de desgarradoras. En los últimos días, tiendas de campaña improvisadas se han visto inundadas, bebés y niños han perecido de frío, y edificios golpeados por las bombas israelíes han colapsado sobre quienes se refugiaban entre sus maltrechas paredes. En una agonía incesante, la población de Gaza aguarda desesperada que lo que pregonan los líderes en ruedas de prensa se materialice y que la segunda fase de la tregua entre en vigor. Pero, dos meses y medio después del inicio del alto el fuego, parece no llegar nunca.