Murchante, sábado 27 de diciembre sobre las 15 horas. Voy transitando en mi vehículo en dirección ascendente por la calle Mayor. Delante de mí, a unos cincuenta metros de distancia aproximadamente, un grupo de jóvenes treintañeros, se supone que personas maduras sobre las que tenía buena opinión, se apelotonan compartiendo sus bebidas a la puerta del bar La Tabermika, en una supuesta celebración de la amistad, o sea, un momento relajado y de disfrute. Lo normal en cualquier sábado, y este, en medio de plenas navidades, más aún.