El seguro de los patinetes eléctricos no será exigible el 2 de enero al no estar listo el registro nacional. En Logroño, los accidentes y denuncias por su mal uso se disparan, con más de 1.600 infracciones en dos años. La Policía Local refuerza los controles y la educación vial para garantizar la seguridad de peatones y ciclistas. El seguro obligatorio para los Vehículos de Movilidad Personal (VMP), entre ellos los patinetes eléctricos, no será exigible este 2 de enero de 2026, tal y como estaba previsto. La Dirección General de Tráfico (DGT) ha confirmado que el registro nacional donde deben inscribirse estos vehículos aún no está operativo, lo que impide que entre en vigor la norma aprobada el pasado verano. La medida forma parte de la Ley 5/2025, que modifica la normativa de Responsabilidad Civil y Seguro en la Circulación de Vehículos a Motor. Su objetivo es claro, garantizar que los patinetes y otros VMP estén cubiertos ante accidentes que puedan causar daños a terceros. Sin embargo, el trámite del real decreto que da cobertura al registro se ha atascado, y aunque se tramita por vía de urgencia, la DGT ha reconocido que no estará listo a tiempo. Hasta que ese registro sea real y operativo, nadie podrá exigir el seguro obligatorio a los propietarios de patinetes eléctricos. Eso sí, hay excepciones, los VMP que superen los 25 kilos o alcancen más de 14 km/h deberán estar asegurados sin necesidad de registro, y sus dueños tienen hasta el 26 de enero para contratar la póliza. En España se calcula que circulan entre medio millón y un millón de patinetes eléctricos, según estimaciones de la DGT y asociaciones del sector. Hasta ahora, el seguro era voluntario, aunque muchas compañías ya ofrecen productos específicos. El cambio legal busca homogeneizar la protección para todos los usuarios, como ya ocurre con los coches o las motos. Durante este tiempo de transición, el Consorcio de Compensación de Seguros (CCS) será el encargado de cubrir los daños personales causados por vehículos sin asegurar, aunque no asumirá los materiales. La norma, cuando sea aplicable, impondrá multas de entre 200 y 1.000 euros a quienes circulen sin seguro. Pero más allá de las sanciones, el debate está abierto: ¿cómo convivir con una nueva forma de movilidad que no deja de crecer? En Logroño, los datos hablan por sí solos. Entre 2024 y 2025 se han registrado 1.615 infracciones relacionadas con patinetes eléctricos, de las que 1.186 corresponden solo a este año, según datos del concejal de Interior, Francisco Iglesias. En paralelo, se han producido 178 accidentes con patinetes implicados, frente a los 122 del año anterior. El auge de los patinetes eléctricos ha cambiado por completo la movilidad urbana en la capital riojana. Lo que empezó como una moda, se ha convertido en un medio habitual para moverse rápido, barato y sin contaminar. Pero ese crecimiento también ha traído un aumento de conflictos y riesgos. Por eso, el Ayuntamiento ha activado una nueva campaña de control y sensibilización hasta finales de enero. La Policía Local intensifica su presencia en puntos estratégicos de la ciudad para vigilar el uso correcto de los patinetes, sancionar infracciones y reforzar la seguridad de peatones y ciclistas. “No se trata solo de multar, sino de educar”, ha explicado Iglesias. “Queremos que los usuarios entiendan que su libertad de circular implica también una responsabilidad compartida”. Durante los últimos dos años, la Policía Local ha desplegado campañas de vigilancia preventiva y servicios específicos en las zonas con mayor concentración de VMP. Gracias a este refuerzo, se han detectado infracciones de todo tipo, desde circular por la acera o llevar pasajero, hasta conducir bajo los efectos del alcohol o las drogas. Las cifras impresionan: 334 denuncias por circular con pasajero (frente a 136 en 2024). 305 por hacerlo en la acera (110 el año anterior). 139 casos con tasa positiva de alcohol (33 en 2024). 45 por drogas (20 el año pasado). 100 denuncias a menores de 16 años (49 en 2024). En los casos más graves, como negarse a las pruebas de alcohol o drogas, las multas alcanzan los 1.000 euros y la inmovilización inmediata del vehículo. “Estamos ante un cambio cultural. Los patinetes han llegado para quedarse, pero deben hacerlo con cabeza”, señala un agente de la Policía Local que participa en los controles. El Ayuntamiento recuerda las normas básicas para circular con seguridad: Los VMP pueden usar zonas 30, carriles bici y calles residenciales, respetando siempre la prioridad del peatón. En parques y zonas peatonales, la velocidad máxima es de 5 km/h, y si hay aglomeración, hay que bajarse del vehículo. Prohibido circular por aceras, andenes o paseos. Velocidad máxima: 25 km/h en calzadas con un solo carril por sentido. Prohibido usar auriculares o el móvil durante la conducción. Obligatorio casco, timbre y luces homologadas. Edad mínima: 16 años. En pasos de peatones, hay que bajar y cruzar a pie. También se exige ropa reflectante por la noche y luz frontal y trasera encendida, algo que sigue generando dudas entre los usuarios. El fenómeno de los patinetes eléctricos va más allá del tráfico. Representa una nueva cultura urbana, más sostenible pero también más compleja. Muchos usuarios valoran su comodidad y rapidez, mientras que otros vecinos se quejan del ruido, las imprudencias o la ocupación del espacio peatonal. Por eso, las autoridades insisten en la educación vial como clave del cambio. “La movilidad sostenible no puede ser sinónimo de caos”, explica Iglesias. “Queremos una ciudad moderna, pero también segura”. Desde las asociaciones vecinales, se pide que los controles vayan acompañados de campañas de concienciación en colegios e institutos, donde muchos jóvenes aprenden a usar estos vehículos sin conocer bien las normas. Logroño no es un caso aislado. Ciudades como Madrid, Zaragoza o Valencia también multiplican los controles ante el auge de los patinetes eléctricos. En toda España, la DGT calcula que los siniestros con VMP han aumentado un 27% en el último año, y el 38% de los implicados no llevaba casco. El reto es grande: integrar los VMP en el ecosistema urbano sin renunciar a la seguridad. Y eso pasa por combinar tecnología, normativa y educación. Mientras el seguro obligatorio se hace esperar, las calles riojanas siguen adaptándose a un modelo de movilidad que ha llegado para quedarse.