Las diócesis españolas han vivido este domingo, 28 de diciembre, un momento histórico con la clausura del Año Jubilar de la Esperanza 2025. La fecha ha coincidido con la fiesta de la Sagrada Familia y el día de los Santos Inocentes, marcando una jornada de acción de gracias en la que los obispos han realizado firmes llamamientos a defender la dignidad de la vida frente al aborto. Aunque las Puertas Santas de las iglesias se cierran, el mensaje ha sido unánime: el compromiso cristiano permanece abierto. En la Catedral de la Almudena de Madrid, el cardenal José Cobo ha presidido la ceremonia ante una multitud en representación de los más de 2 millones de peregrinos que han visitado el templo. El arzobispo decía que “la fe no elimina la noche, pero abre camino en medio de ella”, y ha recordado que el sentido del Jubileo es ser una “familia de familias”. Ha concluido con una invitación a la esperanza activa: “Levantarse no es ver la salida abierta, sino custodiar la vida”. Desde Barcelona, el cardenal Juan José Omella ha centrado su mensaje en la familia de Nazaret como “primera piedra de la sociedad” y escuela de valores, pidiendo que los hogares cristianos sean “germen de paz, de amor y de solidaridad” para construir una Iglesia más acogedora. En Valladolid, monseñor Luis Argüello, presidente de la Conferencia Episcopal Española, ha defendido la transmisión de la vida y ha advertido sobre ciertas distorsiones modernas, señalando que “uno de los errores de la vida moderna, de la comprensión de la familia hoy, es la pretensión de que los padres y los hijos sean amigos”, defendiendo en su lugar una relación de amor asimétrico. Por su parte, el arzobispo de Valencia, Enrique Benavent, ha advertido sobre los peligros de la división: “Cuando se rompe la comunión, se mata la esperanza en la Iglesia”. Ha concluido denunciando el drama del aborto, afirmando que “vivimos en un mundo en el que se matan demasiadas esperanzas” cuando se acepta como normal la eliminación de las vidas más frágiles. En la Catedral de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz Meneses ha animado a los fieles a continuar como “peregrinos de esperanza”, entendiendo este cierre como un nuevo comienzo. Esta idea ha resonado con especial fuerza en Getafe, donde monseñor Ginés García Beltrán ha ofrecido una profunda reflexión sobre esta virtud teologal, declarando con contundencia: “La esperanza no se clausura. No termina con un año litúrgico. La esperanza es vocación, llamada permanente”. El obispo de Getafe ha añadido que la esperanza no es una idea, sino una realidad concreta y humana. Tal y como ha expresado, “la esperanza cristiana no es una idea: es un niño, es una madre, es un carpintero justo”, una certeza que se fundamenta en el amor de Dios y que invita a la acción constante.