La forma de celebrar la Nochevieja ha cambiado con cada generación, pero la pregunta sobre si los gustos de los jóvenes han variado sigue vigente. Para comprender esta transformación, Jaime del Olmo entrevistó en "Herrera en COPE en Cantabria" a Ángel Suárez, gerente de varios locales del Grupo Rosé (Rokambole, La Floridita, Pandora...) y responsable de ocio nocturno de la Asociación de Hostelería de Cantabria. El experto en ocio nocturno ha confirmado que el modelo de celebración está cambiando: "Lo que es el concepto de cotillón, digamos, con una entrada de un precio alto, barra libre, etcétera, ha tendido a desaparecer, sobre todo de la pandemia hacia acá", ha señalado Ángel Suárez. Este formato ha sido reemplazado por otras alternativas más acordes a la economía y las preferencias actuales. Según Suárez, ahora la gente joven es la que se adueña de la noche, pero con un enfoque diferente, motivado en gran parte por un tema económico. Prefieren una entrada más asequible a una discoteca, con una o dos consumiciones, que les asegure un punto central para su noche de ocio. Este plan suele venir después de reuniones previas en casas o, como lamenta el hostelero, del tristemente célebre 'botellón'. Una de las grandes novedades es el crecimiento del tardeo, o 'Tardevieja', un fenómeno muy similar al de la tarde de Nochebuena, o 'Tardebuena'. Suárez explica que ya es un día clave del año, en el que una parte de la clientela elige salir por la tarde y luego cenar en familia, dejando la noche para otros públicos. Esta modalidad no es exclusiva de la gente de más edad, sino que también atrae a jóvenes que buscan un plan diferente. Este cambio no implica que la noche haya perdido su fuerza: "La Nochevieja sigue pesando muchísimo", ha afirmado con rotundidad Suárez. De hecho, para muchos locales, la combinación de la facturación del día y la noche la convierte en la jornada más rentable del año: "Que haya bajado un poquitín ese consumo, no quiere decir que no siga siendo la noche de más consumo del año, probablemente", ha añadido. El sector también se enfrenta a desafíos como la competencia de fiestas promovidas por algunos ayuntamientos que, según denuncia Suárez, no cumplen con los mismos parámetros que se exigen a los hosteleros. Ante este panorama, los negocios buscan un punto de equilibrio para maximizar la facturación en un día tan importante, optando por rotar más gente pagando una entrada menor, en lugar de los cotillones de alto precio. Hoy en día, los cotillones más tradicionales han quedado reducidos a dos formatos principales. Por un lado, los que organizan los hoteles, enfocados a un público de mayor edad, o familias que buscan un paquete completo con cena incluida. Por otro, los que surgen en bares pequeños, que a menudo son alquilados por grupos de amigos que reservan el local para ellos solos. Ángel Suárez, que vivió la noche de finales de los 2000, ha relatado que el sector ha experimentado una evolución notable. Tras un "pequeño valle" antes de la pandemia, el ocio nocturno ha resurgido con fuerza, en parte gracias al turismo y a una base consolidada de público universitario durante todo el año. En su opinión, ciudades como Santander se encuentran en su "momento más álgido" cuando llegan fechas señaladas como las Fiestas de Santiago, en la segunda quincena de julio. La estrategia actual de los hosteleros se centra en la adaptación a un entorno de costes crecientes: "Nuestro margen para poder maximizar nuestro negocio, facturar más, está en ganar horas por delante con el tardeo", ha concluido Suárez. Este enfoque no busca quitar clientes a la noche, sino "intentar que gente que igual hemos perdido, recuperarla", ofreciendo una alternativa a quienes prefieren evitar las aglomeraciones nocturnas.