La tragedia para una familia valenciana en Indonesia se ha confirmado con el hallazgo del cuerpo de una de las niñas desaparecidas, de 12 años. Se sigue buscando a Fernando Martín, entrenador del filial femenino del Valencia Club de Fútbol, y a otros dos niños de 9 y 10 años, tras el naufragio de su barco turístico el pasado viernes en el parque nacional de Komodo. La mujer y otra de las hijas, de 7 años, fueron rescatadas con vida, lo que añade más dramatismo a la historia. El abuelo materno, Enrique Ortuño, muy conocido en la hostelería valenciana, ha estado en contacto permanente con su hija. Según contaba en COPE, tanto ella como la nieta "vieron perfectamente cómo se hundía el barco". Madre e hija se encontraban en la parte alta de la embarcación y salieron despedidas, lo que permitió su rescate, mientras que el padre y los otros pequeños quedaron atrapados en el interior. Los familiares han emitido un comunicado en el que confirman el fallecimiento de la niña y lanzan un mensaje: "no volveremos a España sin los cuatro, todos juntos". Ruegan que continúen las labores de búsqueda y una oración por todos ellos. El propio Enrique Ortuño se ha mostrado pesimista sobre el desenlace, afirmando que, por lo que le han contado, los resultados "van a ser muy malos". La embarcación siniestrada el pasado viernes en el mar de Flores era de madera. Jorge, un turista español que realizó ese mismo trayecto en un barco idéntico el pasado mes de septiembre, ha descrito sus características. Según su testimonio, estas embarcaciones suelen tener dos pisos: en el inferior se ubican los camarotes, a nivel del mar, y el superior funciona como una zona de estar. Advierte de que, ante una emergencia, los camarotes inferiores pueden convertirse en un riesgo fatal. Jorge considera que los camarotes de la parte inferior son el principal problema de seguridad. "Los camarotes se encuentran en la parte de abajo, está el nivel del mar", explica, y por ello cree que en una situación de peligro puede suponer un gran riesgo. Señala que son cabinas pequeñas, de unos 2 por 2 metros, y que a menudo "la puerta tampoco cierra muy bien", lo que las convierte en una ratonera de la que es difícil salir. Sobre los protocolos de seguridad, Jorge recuerda que el primer día les explicaron dónde estaban los chalecos salvavidas y el itinerario. Sin embargo, matiza que con el paso de los días "el ambiente es mucho más relajado" y "muchas veces tampoco estás pendiente de de la seguridad". También percibió que el material de salvamento, como los clásicos salvavidas, no era "de una calidad extrema". Su propia experiencia en septiembre fue durante la época seca, con el mar en calma, por lo que no tuvo sensación de inseguridad. No obstante, relata que conoció el caso de otra turista que había naufragado en la misma zona, pero al estar el mar tranquilo "les rescataron afortunadamente sin ningún tipo de problema". Por ello, recomienda a futuros viajeros "ver el barco antes de contratarlo" y asegurarse de que se cumplen las normas. La noticia ha afectado profundamente a Jorge, que recuerda haber pensado en el riesgo durante su propio viaje. "Siempre pensábamos, aquí como pase algo, es complicado salir", confiesa, reconociendo la dificultad de evacuar desde un camarote interior. Asegura que ha vivido la noticia "con el corazón en un puño", como todo el mundo que conoce la tragedia.