El Boletín Oficial de La Rioja (BOR) ha publicado una nueva línea de ayudas pionera en la región, dotada con 1,1 millones de euros, para garantizar el servicio de bar-cafetería en los municipios de hasta 500 habitantes. El objetivo es ayudar económicamente a los ayuntamientos y entidades locales menores a habilitar locales públicos para este fin, considerado esencial para la vida rural como punto de encuentro vecinal. Cada municipio podrá presentar una única solicitud y, como requisito, no debe disponer de ningún establecimiento que ya preste este servicio. La subvención cubrirá hasta el 100 % de la inversión en pueblos con 300 habitantes o menos, el 90 % en los de 301 a 400, y el 80 % para los de 401 a 500. El local deberá funcionar un mínimo de 20 horas y tres días a la semana durante al menos cinco años. Un ejemplo del impacto de estas iniciativas es el caso de Ortigosa de Cameros, donde en mayo de este año reabrió sus puertas el emblemático bar del pueblo. La asociación Unión Tertulia Ortigosana lanzó una oferta que incluía negocio y vivienda para encontrar a alguien que se hiciera cargo del local. La búsqueda fue un éxito y una familia, con un hijo que ya asiste al colegio del pueblo, se ha instalado para gestionar el establecimiento. María Malo, presidenta de la asociación, destaca la importancia de este logro: "Hemos conseguido aportar un niño al colegio, que es muy importante, tan importante son los bares en los pueblos como mantener los servicios básicos". Según Malo, la diferencia es abismal, ya que los días que el bar cierra por descanso semanal, el pueblo cambia por completo. El bar funciona como un punto de encuentro intergeneracional donde los vecinos socializan y se cuidan mutuamente. "Nos juntamos personas de todas las edades a tomar el café, a dialogar, a hablar de los asuntos del pueblo", explica Malo. Este espacio ayuda a paliar la soledad de los mayores y el aislamiento, problemas acentuados en las zonas rurales durante el invierno, cuando el turismo desaparece. Rafael Silva, el nuevo abastecedor, lo confirma desde la barra, donde escucha "cien cosas a diario". El local también ofrece un servicio de comida a personas mayores subvencionado por la mancomunidad. "Cuando falta alguna o llega tarde, ya está Rafael preocupado, estará bien, no estará bien, se habrá quedado dormido, lo llamo", comenta la presidenta de la asociación. Esta atención mutua refuerza el tejido social del municipio. Además de su función social, el bar es un servicio prácticamente imprescindible para un pueblo turístico como Ortigosa, que recibe entre 8.000 y 10.000 visitantes al año solo por sus famosas cuevas. Rafael, al frente del mostrador, se ha convertido también en una especie de guía turístico improvisado, orientando a los visitantes sobre qué ver o dónde comer en la zona. El mes que el bar permaneció cerrado fue "una etapa complicada", recuerda María Malo, que lo describe como un "pueblo fantasma" a pesar de ser temporada alta. Ahora, con el bar abierto, asegura que Ortigosa vuelve a tener "mucho color" y sus vecinos han recuperado un espacio vital para su día a día.