La voracidad de aquel ministro pepero, Cristóbal Montoro, para extraer calderilla de lugares sagrados le llevó a propinar un suculento mordisco en los premios gordos de la lotería. Quizá ahí, con ese ramalazo lotericida, demarró la decadencia de la tradicional lotería navideña, lo que pasa es que los frikis que se disfrazan de seres extravagantes para contemplar los bombos en directo todavía no se han enterado. Pero nada volvió a ser lo mismo. ¿Un 20 port ciento para Hacienda? No me jodas, hombre. Un respeto, por favor. Intuye uno que, los agraciados, provocan la ducha de burbujas y reparten frenéticos abrazos por cumplir con el rito y salir airosos frente a las cámaras. Los dineros del Gordo, hoy, no te... Ver Más