Un hostal de cápsulas borrará del mapa al antiguo Baobab, el icono senegalés de Lavapiés

El 16 de marzo de 2018, el que fue el corazón gastronómico de la multiculturalidad en Lavapiés, el restaurante senegalés Baobab, se transformó en escenario de unos tensos disturbios tras el fallecimiento Mame Mbaye en la calle del Oso, y que forman parte ya de la historia de este barrio del centro de la capital. La pintura sobre la pared de este espacio en la que se puede leer el nombre del negocio cerrado hace ya casi seis años, desaparecerá pronto, y en su lugar se levantará un hostal cápsula con más de 200 camas y una piscina en la cubierta. Sobre la construcción abandonada en la que operaba el Baobab y la pensión Prinoy, situada en la planta de arriba y que también cerró sus puertas durante la pandemia, los vecinos ya han detectado el movimiento de obreros retirando los escasos muebles que permanecían en el interior del antiguo restaurante. La obra reformará de manera integral tanto los número 1 y 3 de la calle de Cabestreros, como la planta baja del número 5 de esta vía. Todos ellos ubicados en plena plaza de Nelson Mandela. Según señala la empresa encargada de la reforma integral de este edificio en su página web, Urbex Arquitectura -que cuenta con 17 proyectos en la capital- la obra contempla la ampliación de un antiguo espacio hotelero y de restauración «con un nuevo concepto de hotel», que contará «con grandes habitaciones compartidas que albergan literas en cubículos independizados». Es decir, un hostal cápsula, de los que ya suman una decena en Madrid. El edificio consta de una planta baja con un local independiente, en la que se instalará un restaurante, y las zonas comunes del uso hotelero que incluyen cafetería-desayunador, recepción y los accesos peatonales abiertos a un patio interior ajardinado. Este mismo patio conectará con el local del número 5 de la mencionada calle, un espacio que albergará las camas de este hotel. Lo mismo habrá desde la primera a la cuarta planta del edificio, así como una parte secundaria del ático, lo que permitirá liberar la cubierta para aprovecharla como una gran terraza-mirador que contará con una zona de spa y una piscina. El edificio pretende «resolver y mejorar» una de las esquinas de la plaza de Nelson Mandela. Por ello, este proyecto «de carácter más contemporáneo» pretende respetar elementos del entorno de esta zona del barrio, actuar «en consonancia con el diseño actual» de este espacio, revitalizando un edificio que ha quedado abandonado y obsoleto. Hoy Daniel, un ciudadano cubano que emigró hace 26 años y se instaló en Lavapiés, celebra que finalmente la empresa que ha pedido reformar el espacio haya conseguido las licencias necesarias, sin «sucumbir a las manifestaciones y los ataques una obra emprendedora». De hecho, varios carteles con la cara del propietario de Urbex, el arquitecto Javier González Herráez, repartidos por la vía pública le señalaban como «enemigo de Lavapiés». Además del proyecto que verá la luz en los próximos años, esta empresa de arquitectura también ha impulsado otros proyectos urbanísticos en este céntrico barrio entre los que se encuentra el hotel Ibis de la calle de Valencia, en la plaza de Lavapiés. Una obra como esta, insiste este vecino, podría fomentar a una regeneración del barrio, que en los últimos meses resulta cada vez más complicado. De hecho, la plaza de Nelson Mandela, tal y como ya ha contado este periódico, es uno de los tres emplazamientos de este distrito -junto con Jacinto Benavente y Tirso de Molina- dormitorios al aire libre de personas sin hogar, que encuentran en los bancos, esquina o recovecos sobre el cemento un lugar donde plantar sus colchones o cartones. De hecho, explica el presidente de la asociación de vecinos de La Corrala de Lavapiés, Manolo Osuna, con la rehabilitación de Tirso de Molina, muchos de los sintecho se han trasladado a esta plaza de Lavapiés, donde conviven junto a ellos conviven «tanto los que venden droga como los que la consumen», estando «claro que es una plaza complicada durante la noche» y que los residentes tratan de evitar siempre que pueden. Sin embargo, no es el único punto del barrio en el que los vecinos están con la guardia alta ante posibles robos o increpaciones. Las plazas de Lavapiés y Arturo Barea también conforman esta lista de lugares por los que no recomiendan pasar en determinadas horas del día. Existe otra parte del tejido vecinal en el barrio que critica que se lleve a cabo esta obra, tachándola de fomentar a la «especulación» en un barrio «gentrificado». «Ahí ya había una pensión que daba este servicio a nuevos vecinos y turistas, pero el dueño decidió vender el edificio en 2020», apunta Osuna a este periódico. Así, una vez arranquen las obras de derribo, tan solo quedará en la memoria este espacio que, además de un restaurante senegalés que estuvo activo durante más de una década, fue escenario de uno de los momentos más tensos vividos en este barrio de la capital . «Fueron días muy tensos aquí. La izquierda alentó el enfrentamiento y la gente en el barrio pasó mucho miedo», relata Daniel a este periódico. El fallecimiento del mantero senegalés de un infarto en 2018 tras una carrera que emprendió para huir de la Policía Municipal generó desorden en estas calles madrileñas durante unas jornadas que los vecinos recuerdan con un nudo en la garganta. Se trata de una violenta situación que llegó a su culmen con la visita del cónsul de Senegal en España a Lavapiés y que tras un intento de linchamiento tuvo que esconderse en el restaurante ahora cerrado ubicado en la plaza de Nelson Mandela. Los manifestantes, que estaban armados con piedras y ramas arrancadas de los árboles, trataron de atacar a Mouctar Belal Ba, que se refugió en este espacio hasta que los antidisturbios de la Policía Nacional lograron evacuar a este diplomático con la comitiva que le acompañaba. Tal y como contó entonces este periódico, los senegaleses organizados para denunciar esta situación le recriminaban no haber atendido sus llamadas para planificar a las manifestaciones de aquel día. «Todo fue bastante peligroso, tiraron las sillas de terrazas y nos tuvimos que refugiar en el interior del bar», cuenta a este periódico el presidente de la asociación vecinal La Corrala, que en ese momento acompañaba a los representantes políticos. «Se veía que no era gente del barrio la que entró en esta historia», señala. Cabe recordar que el que fue fundador de Podemos, Juan Carlos Monedero, se encontraba entre los manifestantes ese día.