2025

Mañana es el último día del año del primer cuarto de siglo XXI y del tercer milenio. Momento de análisis y conclusiones. El 2025 ha sido un año adverso para el orden y la convivencia mundial. El año en que las democracias han demostrado estar en crisis y que los valores que las sustentan se resquebrajan. Desde la II Guerra Mundial se había ido construyendo un mundo que, sin ser perfecto, era más justo, más pacífico y estaba más unido. Ha bastado un año para derruir el edificio que tanto había costado levantar. Los demagogos están aprovechando las rendijas del sistema, impulsándose en la insatisfacción, el patriotismo y el espejismo de soluciones para hacerse con el poder. Las repercusiones son evidentes: desprecio del derecho internacional, elogio de la fuerza, aumento del belicismo, proliferación de tiranos y auge del fascismo. El fracaso de la civilización. No soy Oswald Spengler ni un arúspice pero los presagios son poco halagüeños. No invitan al optimismo. Y aun así, confío en que la sensatez se imponga al caos. Que evitemos el crepúsculo del mundo occidental.