A horas de terminar el 2025, queda esa sensación difícil de explicar que solo dejan los años intensos: cansancio, orgullo y, sobre todo, reflexión. Panamá cierra un calendario que no fue perfecto —ninguno lo es—, pero que sí dejó triunfos individuales y colectivos que merecen ser reconocidos sin euforias desmedidas ni amnesias selectivas. Porque reflexionar también es parte de crecer como país deportivo.