Lo mejor del año 2025 es que está a punto de acabarse. Lo peor de todo es que me temo que no aprenderemos —como ocurrió con la pandemia del COVID-19— absolutamente nada y volveremos a cometer los mismos errores, nos afianzaremos en nuestras propias mentiras y, sobre todo, seguiremos echando la culpa de nuestros males al inmigrante o al de enfrente.