Hace unos días me encontré en las redes sociales con una cuenta en la que se hablaba de la importancia de colocar comederos con alimento para las aves silvestres . Habitual en algunos países europeos y en Norteamérica, esta práctica se ha considerado durante mucho tiempo beneficiosa para las aves. En la publicación se explicaba que puede haber algunos efectos negativos, pero que son compensados por los positivos, y que algunos informes muestran que a las poblaciones que acuden a los comederos les va tan bien o mejor que a las que no se les facilitan . Si eso fuera cierto, tendríamos un problema, ya que beneficiaríamos a aquellas especies más proclives a acercarse a estructuras artificiales. Además, no está claro que proporcionar ese alimento “extra” sea siempre positivo para las aves. Algunos trabajos científicos muestran que, de hecho, puede ser perjudicial . Por ejemplo, en un trabajo realizado con herrerillos ( Cyanistes caeruleus ), los científicos evidenciaron que esa suplementación durante el invierno reducía el éxito de cría durante la siguiente primavera . Los pollos en una población suplementada eran más pequeños y sobrevivían peor que los de aquellos padres sin la comida extra. La hipótesis señala que, quizás, los adultos que se alimentaron mucho en comederos estaban en peores condiciones físicas porque la comida proporcionada es de peor calidad que su dieta natural (puede contener demasiada grasa, como era el caso). De hecho, en otra investigación donde las aves comieron cacahuetes , no hubo tal efecto negativo. Los investigadores del primer estudio también discutían que el efecto global puede deberse a que la suplementación durante el invierno favorecía la supervivencia de individuos de peor calidad , que al reproducirse (y no contar en primavera con la ayuda de los comederos) obtenían peores resultados. En otro trabajo que estudió a herrerillos y carboneros ( Parus major ) , no se encontraron efectos claros de la alimentación suplementaria sobre la reproducción de los individuos, pero sí se detectó que el alimento facilitaba la supervivencia y la posterior reproducción de aves menos competitivas . Al entrar a formar parte de la población reproductora, aumentaba la competencia por los recursos. Los autores sugerían que los comederos posiblemente facilitan que los pájaros críen en territorios marginales o la reproducción de individuos de menor calidad , ya que en su estudio los ejemplares juveniles usaban más la comida aportada que los individuos de mayor edad. Hay más expertos que defienden que la alimentación “extra” de aves silvestres es probablemente más perjudicial que beneficiosa. Así, un estudio del 2021 pone el foco en las consecuencias para aquellas especies que no son el objetivo de la alimentación extra . Entre ellas se destaca que se puede favorecer a especies más comunes y adaptables, que usan más los comederos, y que estos además pueden exponer a las destinatarias originales a mayores tasas de depredación y competencia. Incluso, puede favorecer la transmisión de enfermedades entre especies que no suelen interactuar : en el Reino Unido se detectó cómo una especie de parásito protozoario del género Trichomonas saltó de las palomas a distintos fringílidos , pinzones y verderones que se alimentaban en comederos, provocando una epidemia de tricomoniasis, una gran amenaza para las aves. Este trabajo también evidencia cómo las tendencias poblacionales de las especies que se alimentan en comederos frecuentemente son favorables, mientras que las de aquellas especies que no suelen acudir a ellos resultan en la mayoría de los casos negativas. Eso plantea si su uso está detrás de dichas diferencias: ¿podría el aprovisionamiento de comida a una escala enorme en los jardines del Reino Unido estar provocando que un conjunto de especies menos comunes, subordinadas y que no usan los comederos sean incapaces de competir con las especies abundantes , dominantes y que sí los utilizan? La alimentación suplementaria es una herramienta usada para intentar mejorar la situación de poblaciones amenazadas, especialmente cuando la falta de alimento natural es uno de los factores de amenaza. Pero esta práctica, frecuentemente exitosa, también nos ha enseñado que suplementar no tiene exclusivamente efectos positivos. En España se han investigado las consecuencias potencialmente negativas de dicha práctica en aves carroñeras . La disminución de los tamaños poblacionales de buitres y otras especies en la península ibérica llevó a las administraciones a facilitarles comida en los llamados muladares , zonas donde tradicionalmente se han abandonado los cadáveres del ganado doméstico. Los muladares resultaron fundamentales para la recuperación de las poblaciones de buitres, pero al mirar con detalle se comprobó que la forma en que las administraciones gestionaban los puntos de alimentación podía tener efectos menos positivos . Los muladares se transformaron, en palabras de algunos de los investigadores, en “restaurantes para buitres”, con grandes cantidades de comida concentrada en unos pocos puntos y de forma predecible en el tiempo, modificando así el hábitat en lo que a los recursos alimenticios para las carroñeras respecta. Si en los muladares la comida es facilitada en puntos predecibles en el tiempo y en el espacio, se favorece la monopolización de las carroñas por parte de unas pocas especies particularmente dominantes y agresivas, como el buitre leonado ( Gyps fulvus ). En un estudio realizado en el norte de España se encontró que la diversidad de especies que utilizaban las carroñas dependía del número de buitres leonados que acudían a los muladares: cuantos más buitres, menor diversidad de especies alimentándose. Cuando las carroñas aparecen en el medio de forma impredecible en el tiempo y el espacio , la cantidad de especies que las aprovechan es más alta, y son más utilizadas por aves de menor tamaño (como alimoches o milanos, algunas de ellas amenazadas De estos trabajos se deduce que la gestión de los puntos de alimentación es importante. Los especialistas sugieren que la suplementación debe considerarse en casos en los que el mantenimiento de las poblaciones en base a carroñas provenientes de la fauna silvestre o de la ganadería extensiva (impredecibles en el tiempo y en el espacio) se vea comprometido. En cualquier caso, los puntos de alimentación deberían crearse como una cadena de lugares a los que se aporte comida de forma esporádica para evitar la concentración de recursos y carroñeros . Aunque es verdad que para ciertos casos los comederos y la alimentación suplementaria pueden ser beneficiosos, habría que plantear su uso solo en aquellos escenarios en los que las poblaciones estén atravesando problemas demográficos . Y, además, intentar que estén dirigidos a aquellas aves que los puedan necesitar, en vez de disponibles para la mayoría de especies proclives a usarlos. Es decir: si realmente nos importa que la naturaleza mantenga su equilibrio, debemos evitar un uso masivo e indiscriminado de estas prácticas . ____________________________________ Rafael Sarralde . Director general de The Conversation. Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation . Lea el original aquí .