Ante ese celo maniqueísta, ese conmigo o contra mí tan propicio de nuestro país, valga de antemano que este articulista disfruta la Navidad; que, no sin un espíritu crítico, acepta los recovecos de una fiesta que ha maridado su fuerza expansiva con el apego a las tradiciones locales. Precisamente, el Gordo es uno de los distintivos de las navidades españolas, siendo uno de los eventos que más encolan la cada vez más desgarrada cohesión nacional.