Al conocer su muerte me pregunto qué papel ha tenido en mi vida. Cuando en 1956 se estrenó el icónico «Y Dios creó a la mujer» yo (11 años) debía de seguir enamorado de la pacata Liz Taylor de Quo Vadis (1951) e Ivanhoe (1952), que en aquel año sacaba los pies del tiesto en Gigante. Pero tampoco pude ver «Y Dios...» hasta 15 años después, pues la censura franquista lo detuvo en frontera y no llegaría a España hasta 1971, dos años antes de que Brigitte se retirara de las pantallas. Creadora de un canon de belleza disruptivo, que aún perdura, mito erótico, inductora de la más bella canción de amor (»je t´aime...moi non plus», de Serge Gainsbourg), profeta del animalismo radical, proabortista, islamófoba, devoradora de hombres, nada feminista, contraria a Me Too, antivacunas y afecta a Marine Le Pen, su línea de puntos define un personaje inclasificable, que por eso ya merece un respeto.