Hace un tiempo, Per Gaztelu utilizaba la poesía para extirparse tristezas y sinsabores. Un día le contó a una amiga, la poeta Silvia Marambio, esta práctica de versoterapia y esta le convenció de que en esas palabras había sentimientos que merecía la pena compartir, reenfocándolas hacia otros lugares y no limitando la escritura a los instantes sombríos.