Mejor que normal

Tras apagar la luz, y mientras daba un repaso mental a las tareas del día siguiente, sentí ese leve vértigo que anticipa el sueño y me dormí. Nada extraordinario. Más tarde, al abrir los ojos, comprobé que no estaba en mi habitación, sino en una especie de sala sin paredes, iluminada con una luz como de quirófano que no venía de ningún sitio. Delante de mí, un hombre, o un ente que jugaba a serlo, hojeaba unos papeles.