El Camino Inglés ha dejado de ser la "ruta olvidada" para convertirse en la gran protagonista del fenómeno jacobeo en 2025. Según los datos oficiales de la Oficina del Peregrino hasta este lunes, 29 de diciembre, esta ruta ha pulverizado todos sus registros históricos al superar, por primera vez en su historia, la barrera de las 30.000 'Compostelas' emitidas en un solo ejercicio. Este hito supone un crecimiento excepcional: el volumen de peregrinos se ha multiplicado por siete en la última década (pasando de poco más de 4.000 en 2014 a los más de 30.000 actuales), un ritmo que triplica la evolución media del resto de los Caminos de Santiago. Además, el Camino Inglés ya representa cerca del 6% del total de peregrinos que llegan a Santiago, consolidándose como la cuarta ruta más transitada, solo por detrás del Francés y las dos variantes del Portugués. Un perfil cada vez más internacional Aunque la mayoría de los caminantes siguen siendo nacionales —con Andalucía, Madrid y la Comunidad Valenciana a la cabeza—, el 2025 ha marcado un punto de inflexión en la internacionalización de la ruta. Los datos revelan un aumento masivo de peregrinos procedentes de Estados Unidos, con un incremento del 36% respecto al año anterior, además de Italia y Alemania, que lideran la afluencia europea. También Reino Unido e Irlanda son países que han visto crecer su número de peregrinos un 19% y 33% respectivamente, impulsados por la colocación de nuevos mojones (mouteiras) en ciudades como Reading y Winchester. Ferrol es la ciudad que agrupa a la mayoría de los que hacen la ruta El inicio desde el Puerto de Ferrol se mantiene como la opción preferida por el 90% de los usuarios, ya que permite completar los 100 kilómetros necesarios para obtener la Compostela. No obstante, la variante que parte desde A Coruña ha experimentado un repunte significativo entre el público local y aquellos que ya han realizado otros tramos previos. El éxito de este año también se apoya en la modernización de la ruta. La Xunta de Galicia ha completado en 2025 la instalación de nuevos sensores de conteo y sistemas de monitorización, lo que ha permitido una gestión más eficiente de la ocupación en los albergues de la red pública, que este año han rozado el lleno técnico durante los meses de primavera y verano.