La súplica de una enfermera en Navidad: "No está escrito que los postres tengan que ser dulces"

Las celebraciones de Navidad suelen ser sinónimo de excesos, comidas copiosas y una agenda social que no da tregua. Sin embargo, es posible disfrutar de las fiestas sin renunciar a la salud. Así lo defiende Lourdes de Torres, enfermera, docente en nutrición clínica y coordinadora del comité científico de la Asociación de Enfermeras de Nutrición y Dietética (ADENI), quien ha lanzado una clara propuesta: seguir la dieta mediterránea también en Navidad. Un enfoque que busca transformar los menús festivos en una oportunidad para cuidarse. El primer paso para lograrlo, según De Torres, es repensar los entrantes. En lugar de optar por elaboraciones con alto contenido en grasa, la experta propone jugar con vegetales y verduras frescas. Un ejemplo sencillo es combinar queso fresco con arándanos, una mezcla que aporta un lácteo de calidad y los beneficios de los frutos rojos, ricos en polifenoles y vitaminas. Para acompañar, recomienda sustituir el pan blanco refinado por pan integral o con semillas, que incorpora aceites saludables a la comida. “¿Dónde está escrito que los postres de Navidad tengan que ser de dulce?”, cuestiona la experta. Esta es una de las ideas centrales de su propuesta. De Torres anima a desterrar la idea de que el broche final de una comida festiva deba ser una bomba de azúcar y aboga por dar protagonismo a la fruta de temporada. No solo es una alternativa ligera, sino que además “nos llena, nos da fibra para que nos pase el atascón que hemos metido antes” y aporta una gran cantidad de vitaminas y minerales. Para hacer esta opción más atractiva, sobre todo para los más pequeños, De Torres sugiere implicarlos en la cocina. Propone ideas creativas como pedirles que pelen mandarinas y coloquen los gajos alrededor de una bola de helado sin azúcar para formar una corona. De esta manera, “los niños, vamos, se vuelven locos”. Se trata de una forma divertida de presentar la fruta y convertirla en un postre apetecible y participativo para toda la familia, sin necesidad de recurrir a productos ultraprocesados. En cuanto al plato principal, la enfermera destaca las proteínas saludables como el pescado. Señala que no es necesario gastar una fortuna en piezas de pincho, ya que el pescado de acuicultura, como la lubina o la dorada, ofrece una excelente calidad a un precio más asequible. Además, rompe un mito sobre el pescado congelado, defendiendo que es una opción incluso más segura. “Lo han pescado y lo han congelado. Eso no hay cadena de seguridad que se haya podido romper”, afirma, a diferencia del pescado fresco, que ha recorrido un largo camino hasta el mercado. La filosofía de “residuo 0” es otro de los pilares de su mensaje. De Torres insiste en que no se debe tirar nada y apela a “las comidas de misericordia” que se han hecho siempre para aprovechar las sobras. Unas carnes que han quedado en la cazuela pueden convertirse en unas deliciosas croquetas, y los restos del relleno navideño pueden alegrar un plato de lentejas o garbanzos al día siguiente. Una forma de comer nutritivo, variado y sostenible después de los grandes festines. La experta también aborda el consumo de alcohol con una reflexión contundente: “¿Dónde está escrito que para divertirse hay que beber?”. Ella misma, que se declara abstemia, es un ejemplo de que la alegría no depende de las copas. Su recomendación es la moderación, y si se bebe, “ponerte un culo de cada cosa”. Para combatir la resaca del día después, aconseja evitar el alcohol y optar por bebidas ricas en antioxidantes, como el zumo de tomate o la piña, que ayudan al cuerpo a recuperarse.