Cuando Djokovic, Federer o Nadal también rompieron con sus entrenadores

Repaso a otras sonadas rupturas entre tenistas y técnicos tras la separación entre Carlos Alcaraz y Juan Carlos Ferrero Alcaraz y Ferrero separan sus caminos tras siete años: “Llegan tiempos de cambio para los dos” Se anunció hace ya varios días y todavía se sigue hablando, analizando y valorando. La ruptura entre Carlos Alcaraz y Juan Carlos Ferrero como pupilo y técnico ha convulsionado el mundo del tenis profesional, un frágil escenario de alianzas estratégicas donde la estabilidad puede romperse de forma inesperada, incluso en la cúspide del éxito, debido a la particularidad de este deporte. Y es que la carga mental, la dureza de un circuito que obliga a viajar a todos los continentes o los grandes gastos y los igualmente generosos ingresos que puede generar el hecho de ganar o perder. Casos como el de Alcaraz y Ferrero , eso sí, no son aislados. Novak Djokovic , por ejemplo, ha protagonizado rupturas significativas tras periodos de dominio absoluto. Uno de los finales más emotivos fue con el eslovaco Marián Vajda en 2022, tras quince años de relación profesional y veinte títulos de Grand Slam logrados en conjunto. Djokovic reconoció a Vajda como parte integral de su familia, agradeciendo su dedicación en los momentos más inolvidables de su carrera deportiva y su papel crucial en los éxitos obtenidos. La salida de Vajda dejó el camino libre para que Goran Ivanisevic asumiera el liderazgo total del equipo del serbio, una alianza que también terminó en marzo de 2024. Juntos sumaron doce títulos de Grand Slam y el récord de semanas en la cima de la ATP, pero Djokovic sintió que era el momento de un cambio tras un inicio de temporada irregular en torneos como el Abierto de Australia e Indian Wells. A pesar del desgaste profesional, el tenista subrayó que su amistad personal permanecía sólida como una roca. Años antes, Djokovic también había cerrado su ciclo con el alemán Boris Becker en 2016, a pesar de haber ganado seis Grand Slams en apenas tres años y catorce títulos de categoría Masters 1000. Aquella decisión, similar a otras en su carrera, respondió más a un desgaste natural y a la necesidad de renovar su perspectiva que a una falta de resultados positivos en la pista de juego. Toni Nadal, el que fuera entrenador de Rafa Nadal durante más de una década Este patrón demuestra que ni la conquista de los trofeos más prestigiosos garantiza la permanencia definitiva de un equipo técnico. En los últimos tiempos, Djokovic ha jugado de la mano de Andy Murray y, tras seis meses de relación sin títulos, siguió la temporada junto a su compatriota Dusan Vemic. Rafael Nadal también vivió una transición histórica cuando su tío, Toni Nadal, anunció en 2017 que esa sería su última temporada como su entrenador principal. Tras años de formación desde que Rafa era un niño, Toni decidió centrarse en la formación de jóvenes talentos en la academia de Manacor. El técnico admitió que su capacidad de decisión dentro del equipo se había reducido con los años debido a la incorporación de nuevas figuras y asesores, lo que motivó su salida. En el caso de Nadal , la ruptura fue un proceso de evolución natural más que una crisis, manteniendo siempre una relación óptima entre ambos. Toni Nadal recordó que el momento más crítico para el balear no fue una diferencia con su equipo, sino su estado mental y físico en 2015, cuando perdió la confianza en su propio cuerpo. Superar esos baches mediante un cambio de actitud fue la clave para que Rafa recuperara la fortaleza necesaria para seguir compitiendo al más alto nivel. El suizo Roger Federer , también exnúmero uno del mundo, decidió romper con su entrenador, el australiano Tony Roche, tras dos años y medio de relación y luego hizo lo propio con el australiano Tony Roche, en este caso tras tres temporadas y media juntos. Ambas rupturas fueron explicadas por ambas partes y sin ningún tipo de reproche. Pero no todas las rupturas entre figuras del tenis son tan armoniosas. Alexander Zverev y el propio Juan Carlos Ferrero terminaron su vínculo en 2018 debido a diferencias irreconciliables sobre la profesionalidad fuera de la pista. Ferrero mencionó que no lograron ponerse de acuerdo en aspectos fundamentales sobre cómo debe comportarse un profesional para mejorar su rendimiento. Aunque la relación comenzó con éxitos en Washington y Montreal, el choque generacional y de mentalidad terminó por separar sus caminos tras apenas siete meses de trabajo. También en el tenis femenino Por otro lado, la británica Emma Raducanu ha ejemplificado una búsqueda incesante y a veces errática de la estabilidad técnica desde su triunfo en el US Open 2021. En un periodo corto, ha pasado por múltiples entrenadores como Sebastian Sachs, Dmitry Tursunov y Torben Beltz, terminando recientemente su breve vínculo con Vladimir Platenik. En su momento, Maria Sharapova también tomó decisiones drásticas cuando sintió que su rendimiento se estancaba, como su separación del sueco Thomas Hogstedt en 2013. Tras tres años de trabajo y la recuperación temporal del número uno, una derrota inesperada en Wimbledon fue el detonante para buscar un cambio de rumbo inmediato. Aunque citaron razones personales relacionadas con la imposibilidad de viajar del entrenador, la necesidad de un nuevo impulso competitivo era evidente en el anuncio de la jugadora rusa. El escocés Andy Murray buscó su independencia profesional en 2007 al terminar su relación con Brad Gilbert después de dieciséis meses de trabajo conjunto. A pesar de que la federación británica financiaba el millonario salario de Gilbert para apoyar al jugador, Murray sintió que ya estaba en una posición de madurez para tomar sus propias decisiones. Su intención tras la ruptura era formar un equipo de expertos que se encargara de desarrollar diferentes facetas específicas de su tenis de manera individual. Históricamente, leyendas como Andre Agassi y Pete Sampras también vivieron separaciones notables mientras dominaban el tenis mundial. Agassi rompió con Brad Gilbert en 2002 siendo el número uno del mundo, tras haber protagonizado una de las transformaciones de juego más impactantes del tenis moderno. Por su parte, la separación de Sampras con Tim Gullikson en 1996 fue de carácter trágico, debida al fallecimiento del técnico por un cáncer cerebral, dejando un vacío profesional y personal profundo en el jugador estadounidense.