La reciente tragedia en el Pirineo Aragonés, donde tres montañeros vascos perdieron la vida por un alud, ha vuelto a poner el foco en la seguridad en la montaña invernal. Para entender los riesgos y, sobre todo, cómo prevenirlos, el guía de montaña y experto en aludes Alberto Mediavilla ha compartido sus claves en el programa 'Herrera en Cope en Cantabria' con Cristina Jimeno, desgranando los errores más comunes y las prácticas que pueden salvar vidas. Mediavilla subraya que la mayoría de los accidentes mortales por avalanchas son de tipo accidental, es decir, provocados por los propios deportistas. Por ello, la principal herramienta para evitarlo es la planificación: “Antes de salir, hay que comprobar la previsión meteorológica y el boletín de aludes”, insiste. Estos informes, disponibles para Pirineos, Picos de Europa y la zona de Campoo, ofrecen información clave sobre qué tipo de problema se puede encontrar. También se puede consultar en La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) Según el experto, a la nieve “no le gusta son los cambios bruscos”, ya que se adapta mal a ellos. “Si la precipitación es muy intensa en poco tiempo, ahí el riesgo se dispara, y si la temperatura sube bruscamente, ahí se dispara también el riesgo”, explica. Estos factores desestabilizan el manto nivoso y multiplican las probabilidades de que una ladera se venga abajo. Uno de los fallos más graves y recurrentes es la falta de material de autorrescate. Mediavilla ha sido tajante al afirmar que todo el que salga a la montaña invernal debería llevar siempre un dispositivo de búsqueda de víctimas de avalancha (DVA), una pala y una sonda. El tiempo, en estos casos, es un factor absolutamente crítico para la supervivencia. “En esos diez minutos primeros las probabilidades de supervivencia son realmente altas, y es en donde tenemos que ser eficaces”, ha señalado. Sin embargo, lamenta que todavía “falta cultura” y que mucha gente no tiene problema en gastar mucho dinero en esquís o botas, pero “les cuesta gastarse algo que no supone tanto dinero en el material de seguridad y en prepararse para usarlo”. El guía de montaña lo equipara a una parte indispensable del equipo: “El detector de víctimas de avalanchas, la pala y la sonda es tan importante como las botas. No deberías salir a esquiar si no llevas ese material”. Mediavilla también ha apuntado a un factor psicológico: la ansiedad por aprovechar los días de nieve buena. Esta presión, propia de “una sociedad muy acelerada”, puede llevar a tomar malas decisiones. “Hay veces que la montaña nos pide un poco de más de paciencia o de elegir las cosas con cuidado y decir: ‘mira, esta ladera está muy buena, pero no me gustan las condiciones, tengo que dar un pasito atrás hoy’”, ha recordado. Otro error común es interpretar incorrectamente la escala europea de riesgo de aludes (1-5). Muchos consideran un nivel 3 como moderado, pero la realidad es otra: “La escala no es lineal, es una escala logarítmica, y el 3 es un riesgo muy alto”, ha advertido. El nivel, más que la cantidad de riesgo, indica el porcentaje de la montaña que está afectado. Para ilustrarlo, Mediavilla ha recordado el último accidente mortal por alud en la cordillera Cantábrica, ocurrido en la zona de Campoo, en el año 2014, en condiciones de riesgo bajo. Una placa de nieve pequeña fue suficiente para arrastrar a la víctima contra unas rocas, causándole la muerte. Esto demuestra que el peligro puede existir incluso en las condiciones aparentemente más seguras y en zonas muy localizadas.