En el siglo y medio de existencia, el fútbol apenas ha sufrido cambios. Es un deporte dotado de un fuerte romanticismo poco permeable a las transformaciones. Sin embargo, los máximos organismos del fútbol mundial estudian la introducción de cambios en el reglamento que podrían propiciar una nueva versión del deporte, alterando incluso su esencia. Podría ser una revolución: menos interrupciones, revisión del VAR, sanciones temporales, saques de banda con los pies… y un gran protagonista, la llamada ley Wenger, un nuevo concepto de fuera de juego que favorecería a las propuestas de ataque. A juzgar por la voluntad de los responsables normativos, el debate no es si el fútbol debe evolucionar, porque entienden que sí, sino en qué medida debe hacerlo. Tradición y modernidad podrían chocar frontalmente.