Durante años dimos por hecho que la adolescencia terminaba alrededor de los 25. Esa edad se convirtió casi en una frontera simbólica: antes, impulsividad; después, madurez plena. Sin embargo, la neurociencia moderna está desmontando esa idea con datos cada vez más sólidos. El cerebro humano no termina de “hacerse adulto” a los 25… ni siquiera a los 30. Según investigaciones recientes, su maduración estructural se extiende hasta al menos los 32 años.