Lacasitos y gominolas para recibir el 2026 en Sol y a 36 horas para las Campanadas: «La noche es más agobiante»

A plena luz del día y con sensación térmica de varios grados bajo cero recibían el nuevo año los primeros forofos de las Campanadas. Lo hacían llenándose la boca con una docena de Lacasitos o gominolas, a 36 horas de la fecha oficial y en la céntrica Puerta del Sol a la que renunciarían a entrar en la noche del 31 de diciembre ante un aforo marcado en 15.000 asistentes. «La noche es más agobiante», relataban las hermanas Rebeca y Marta, que habiendo asistido otros años al ensayo de la medianoche del 30, incluso, a la propia Nochevieja en esta mítica plaza, daban por declarada «tradición» familiar adelantar el calendario para recibir el año nuevo de día y sin aglomeraciones. «Preferimos venir por la mañana», insistían con los Conguitos preparados para la ocasión. Y es que, como muchos otros supersticiosos, estas jóvenes treintañeras se reservarían las uvas para el día siguiente. «Si no, mala suerte». También lo hacían Jesús y Esperanza que, en su caso, optaban por otra marca de chocolatinas. Llegados de lados opuestos de Extremadura, absorbían sus últimas horas en la capital cumpliendo con la «ilusión» de asistir a las preúvas frente al gran reloj de la Casa de Correos que contemplarían la noche siguiente en pantalla. «Nos despedimos de Madrid y del año aquí, en Sol». Pero también los había que subestimaban a la suerte y se lanzaban a disfrutar de un racimo de uvas como marca la tradición aunque fuera a destiempo. Entre ellos, Lucía, que a sus 28 años y acompañada por sus padres aprovechaba que «había poca gente» en el Centro para vivir la experiencia. Para todos ellos serviría de precalentamiento para despedir el 2025; para la Policía, en cambio, ayudaría como ensayo del dispositivo de seguridad y emergencias que pondría en marcha esa misma noche y repetiría durante las Campanadas oficiales. Entre las 21.00 horas y las 22.00 horas, aproximadamente, la Policía cerraría la Puerta de Sol para asegurar la zona. Tras ello, tal y como habían informado —en actos separados— la Delegación de Gobierno en Madrid el Ayuntamiento, se abriría la plaza para su acceso. No obstante, esta estaría limitada. Por un lado, los asistentes solo accederían por las calles Arenal, Mayor, Alcalá y Carrera de San Jerónimo. En caso de evacuación se abrirían las calles Carmen y Preciados. Por otro, se aplicaría un doble filtro para evitar que se introdujeran artilugios pirotécnicos, como bengalas o petardos, armas blancas y cristales, sobre todo, botellas. Como la que que portaba un grupo de sorianos en una bolsa, a escondidas. Estos amigos tomarían a las 12.00 horas del mediodía sus correspondientes 12 gominolas y brindarían con Champagne. Un episodio que los 660 agentes que controlarían la plaza por la noche y al día siguiente—500 de Policía Nacional y 160 de Municipal—se harían cargo de que no se volviera a repetir. Durante el acto de presentación la portavoz de Policía Nacional, Cristina Hernández, daba varias advertencias de cara al ensayo de la noche del 30 y de las Campanadas del 31. Primero, «llegar con antelación suficiente y estar perfectamente identificados»; segundo, en el caso de que ser víctimas o testigos de cualquier hecho delictivo, llamar al 091 y ponerse en contacto con cualquiera de los agentes que estarán en la en la plaza o acudir a dependencias policiales; tercero, llevar mochilas y bolsos en la parte anterior de nuestro cuerpo perfectamente cerradas e intentar evitar llevar objetos de valor, como cartera o móvil, en la parte posterior; y, finalmente, de cara a los menores, que sus familiares anoten un número de teléfono en una zona visible, «como puede ser su manita o su brazo», y «no decirles frases como 'si te portas mal la Policía te va a llevar'», dado que el objetivo es que cuando un menor se pierda busque ayuda en los agentes uniformados. También la vicealcaldesa de la capital, Inma Sanz, ponía énfasis en la importancia de «tener a los niños bien cerquita» y recordaba que durante estas fechas navideñas la Policía Municipal repartió en torno a 6.000 pulseras identificativas para localizar a los menores en caso de pérdida.