Tengo clarísimo cuál va a ser mi propósito para el nuevo año: no apostar más jamones a que las elecciones están cerca. A partir de mañana voy a tener que comprar unos cuantos porque –insensato de mí– estaba convencido de que Sánchez disolvería el parlamento antes de que acabara el año y sellé la apuesta con un montón de gente. Soy un idiota. Y un inmaduro. ¿Quién me manda a mí seguir creyendo que las personas no estamos diseñadas para encogernos de hombros cuando vemos las consecuencias que pagan los demás por nuestras propias cagadas? Entre tener pocos escrúpulos y no tener ninguno hay una notable diferencia y yo creía que Sánchez pertenecía a la primera categoría. Ya he dicho... Ver Más