Propósitos huecos

La medianoche del 31 se nos vende como un umbral metafísico: doce uvas y un «reset» espiritual con cava barato, bien frío. Cambiamos de calendario como quien se cambia de camisa, creyendo que la tela nueva blanqueará las manchas viejas. Y sin embargo, el año no nos absuelve: apenas nos reordena el decorado.