En este lío de la presunta corrupción de los exsecretarios del PSOE, lo verdaderamente sustancial no es tanto que alguien pueda o no haberse aprovechado de su posición para pagarse los vicios, por chungos que sean, o para lucrarse. Lo diferencial para sostener el relato de la corrupción en el Gobierno socialista es que el dinero haya financiado o no al partido. Es diferencial, porque al PP ya le pasó -sin contar los seis exministros de Aznar y Rajoy juzgados y cuatro de ellos condenados-, y andan locos en ese partido por justificar que otros han hecho lo mismo.