El muro no está en el kilómetro treinta y cinco, ni en el treinta y tres y tampoco en el treinta. El muro comienza a levantarse, ladrillo a ladrillo, legua a legua, desde el momento en el que haces clic en el botón de pagar la inscripción del maratón. A partir de ese momento, comienza un sufrimiento innecesario y que tú has decidido llevar a cabo sin más contraprestación que una fea medalla que cuesta poco más de dos euros. El muro existe de verdad, y eres tú mismo. La entrada Andrea Marcolongo: “Escribir un libro es como correr un maratón” aparece primero en Zenda .