La llegada del Año Nuevo trae consigo un clásico ineludible: la lista de propósitos. Dejar de fumar, apuntarse al gimnasio o aprender un idioma son algunos de los objetivos recurrentes que millones de personas se marcan con la ilusión de un nuevo comienzo. Sin embargo, la experiencia demuestra que, en muchos casos, estas metas acaban olvidadas antes de que termine enero. Para abordar este fenómeno, el profesor asociado de Psicología Social de la Universitat de Girona, Joan Roa, ha analizado las claves para plantear objetivos de una manera efectiva y, sobre todo, realista. Según el experto, aunque estas listas son "una fuente de ilusiones y esperanza", es fundamental hacer un "balance y reflexión" antes de lanzarse a proponer cambios. Uno de los principales errores al empezar el año es querer "cambiar la vida a 180 grados", según advierte Roa. La ambición desmedida suele ser contraproducente. Por ello, el psicólogo recomienda prudencia y autoconocimiento. "Más vale proponerse pocos propósitos y realmente asumirlos que no proponer muchos y después frustrarnos porque no se han alcanzado", afirma. La clave, insiste, es ser realistas con las expectativas y entender que el 1 de enero es solo una fecha en el calendario, no un reseteo completo de nuestra vida. Hay que valorar "todo aquello que tenemos y que ya nos funciona" y, a partir de ahí, identificar qué cambios concretos y alcanzables queremos introducir en nuestro día a día. Para facilitar este proceso, Roa alude a una fórmula conocida en psicología como el método SMART, un acrónimo que orienta sobre cómo deben ser los propósitos para que puedan llevarse a término. Aunque no detalla todos los componentes, destaca varios puntos cruciales de esta estrategia. Los objetivos deben ser específicos y medibles, de modo que se pueda trazar un camino claro. Sin embargo, el psicólogo pone especial énfasis en la necesidad de ser flexibles. "Quizás a mitad de año me doy cuenta de que solo puedo realizar uno de los tres cambios que me había propuesto, y es importante introducir esa flexibilidad", explica. Modificar, aplazar o incluso descartar un propósito no es un fracaso, sino una adaptación inteligente a las circunstancias. Cuando un objetivo parece inalcanzable a largo plazo, la mejor estrategia es "desgranarlo en pequeños propósitos". Esta técnica, recomendada por Joan Roa, permite convertir una meta abrumadora en una serie de acciones manejables y a corto plazo. Este enfoque no solo facilita el seguimiento, sino que también refuerza la sensación de control y la motivación, ya que cada pequeño logro actúa como un impulso para continuar. "Si los propósitos son más a corto plazo y más específicos, es mucho más probable que yo pueda asumirlos", asegura el experto. De esta forma, se evita la parálisis que a menudo acompaña a los grandes retos. Otro factor determinante para el éxito es el apoyo social. Compartir los propósitos con el entorno cercano, ya sean amigos, familiares o pareja, puede proporcionar un "punto de motivación extra". Comunicar metas como "me he propuesto ir al gimnasio tres veces por semana" no solo crea un compromiso personal, sino que también permite que los demás acompañen y animen en el proceso. Este respaldo del entorno puede ser el empuje necesario en los momentos de flaqueza, convirtiendo un desafío individual en un proyecto compartido y reforzando la red de apoyo emocional de la persona. Plantea todo esto en el contexto actual no es sencillo. El año 2022 ha comenzado con un escenario complejo, marcado por la sexta ola de la pandemia, la incertidumbre económica y una inflación disparada. Este telón de fondo, admite Roa, es una "situación compleja" que no se puede obviar. Ante este panorama, el psicólogo subraya la importancia de gestionar la incertidumbre y "aceptar que hay muchas situaciones externas que no dependen de nosotros". La pregunta fundamental que cada persona debe hacerse es: "Si yo no puedo cambiar la situación, de qué forma yo puedo cambiar cómo a mí me afecta y cómo puedo vivirla". En este sentido, los propósitos también deben tener en cuenta el contexto. Roa invita a ser conscientes del gran esfuerzo realizado durante 2020 y 2021 y a utilizar los aprendizajes adquiridos para afrontar el nuevo año. La clave reside en diferenciar sobre qué aspectos se puede actuar y sobre cuáles no. En lugar de luchar contra factores incontrolables, la energía debe centrarse en "aquello que nosotros podemos hacer para llevarlo de la mejor forma posible". Se trata, en definitiva, de un ejercicio de inteligencia emocional y adaptación para navegar un presente volátil sin renunciar a la capacidad de mejorar y crecer a nivel personal.