Cuando la diversión de unos se convierte en sufrimiento para otros

Las fiestas navideñas, sinónimo de celebración para muchos, se convierten en una experiencia profundamente estresante para las personas con autismo. La causa principal es la pirotecnia, cuyos sonidos fuertes e inesperados desencadenan un gran malestar. Elena Canales, gerente de APTACAN, la asociación de padres de personas con autismo en Cantabria, ha pasado por el programa Herrera en COPE en Cantabria. En conversación con Cristina Jimeno ha explicado que más de la mitad de las personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA) presentan hipersensibilidad acústica, percibiendo los sonidos con una intensidad mucho mayor. Esta condición neurológica provoca que un simple petardo pueda desencadenar taquicardias, ataques de pánico, ansiedad y reacciones de huida. Canales advierte del peligro que esto supone, como el riesgo de atropellos o de que la persona se pierda. Lejos de ser una simple molestia, para muchos llega a ser una experiencia físicamente dolorosa. De hecho, las personas que pueden verbalizarlo lo describen como un dolor real. Elena Canales afirma que es "un sufrimiento tanto a nivel psíquico como físico, porque la verdad que las personas de la asociación que que nos lo verbalizan nos lo cuentan como como un dolor físico, como si les estuvieran punzando con  algo por dentro". Durante fechas como Nochevieja, los ruidos constantes obligan a muchas personas con autismo y a sus familias a aislarse, usar cascos o alejarse del alboroto. "Es un sufrimiento, sobre todo, innecesario", lamenta Canales, quien aboga por otras formas de diversión que no se basen en el malestar ajeno. Las consecuencias pueden ir más allá del momento puntual. Canales señala que se han registrado casos de estrés postraumático, donde un susto fuerte provoca que la persona desarrolle inseguridad o miedo a acudir a ciertos lugares, asociando las fiestas a ese malestar de forma permanente. Desde APTACAN se pide empatía, recordando que no solo sufren las personas con autismo, sino también personas mayores, bebés y animales. Elena Canales celebra iniciativas como la del Ayuntamiento de Torrelavega, que ha regulado el uso de la pirotecnia a un horario concreto, lo que permite a las familias prepararse. "Hay otras formas de diversión donde podemos disfrutar todos", asegura. Canales recuerda que el propósito original de los cohetes, avisar de las fiestas, ha quedado obsoleto en la era digital. Propone alternativas como fuegos artificiales sin sonido, espectáculos con drones o música, que permiten un disfrute compartido y de calidad sin generar sufrimiento. La gerente de APTACAN subraya que no se trata de una sensibilidad extrema, sino de una condición neurológica real. Por ello, defiende que la solución pasa por la empatía y los derechos. "Todos tenemos derecho a disfrutar las fiestas sin pasarlo mal", reflexiona Canales, cuestionando el disfrute de un estallido que es "muy temporal y muy breve" pero que puede afectar "de manera grave" a otras personas. Ante la pregunta de qué decir a quienes lo consideran una exageración, su respuesta es clara: "que piensen en los demás" y busquen alternativas de disfrute que fomenten la armonía y la tranquilidad. Se trata, en definitiva, de celebrar sin dejar a nadie atrás.