La profesora de Teoría de la Educación en la Universidad Autónoma de Madrid, Bianca Thoilliez, ha analizado en el programa 'Herrera en COPE' el cambio de criterio para medir el progreso en la sociedad actual. Según la experta, se ha pasado de valorar que menos gente necesite ayuda a celebrar que más personas la reciban, un enfoque que considera "un poco de locos" y que merece una reflexión. Thoilliez sostiene que el truco reside en el lenguaje, al que califica de "trampantojo lingüístico". Como ejemplo, señala que un aumento de los perceptores del ingreso mínimo vital no se presenta como "más pobreza estructural", sino como "más cobertura". Se muestran "gráficos ascendentes llenos de orgullo" que, en su opinión, esconden personas que necesitan un empleo, no una subvención. Este mecanismo se repite en otros ámbitos. Que más personas compartan vivienda se enmarca como "nuevas formas de convivencia" en lugar de precariedad, mostrando solo la cara amable de los 'colivings' de diseño. Del mismo modo, el aumento de solicitudes de eutanasia se presenta como "un ejercicio de libertad", omitiendo la soledad o la falta de cuidados que puede haber detrás de la decisión. El problema, según la profesora, es la "inversión moral de los significados", que anestesia la conciencia. "Ya no nos preguntamos por qué hay más soledad, más dependencia o más gente sin horizontes, nos dicen, tranquilos, que el sistema funciona", afirma. Así, se pasa de combatir los problemas a "aplaudir la supuesta eficacia de los analgésicos". Citando al periodista estadounidense Rod Dreher, Thoilliez explica que, a diferencia del totalitarismo clásico que buscaba obediencia, el "blando" actual persigue la "adhesión interior": "no solo que cumplas, sino que aplaudas". En este modelo, el Estado se erige como un "acompañante universal" en una política cada vez más terapéutica, lo que puede llevar a la parálisis, como advertía el párroco Sergio Cordera al afirmar que algunas ayudas "se convierten rápidamente en un sofá". La experta recuerda la advertencia de Hannah Arendt sobre la atomización social como señal previa a derivas autoritarias. "En España, este año hemos hablado mucho de que hay más gente sola, más gente que necesita subsidios, más gente sin proyecto vital, pero todo demasiado a menudo presentado bajo un discurso optimista de buena gestión", lamenta. El principal riesgo, para Thoilliez, es acabar aceptando "una sociedad cada vez más débil a cambio de una falsa sensación de cuidado". Citando a Alexander Solzhenitsyn, recuerda que "cuando la comodidad se convierte en el bien supremo, la libertad es lo primero que se se sacrifica". Esta "jaula", concluye, "es peligrosa porque no tiene barrotes visibles, son cómodos y acolchaditos". Finalmente, Bianca Thoilliez propone como propósito para el nuevo año "volver a llamar a las cosas por su nombre para no confundir propaganda con realidad". En su opinión, reconocer la verdad no depende del poder, sino de cada individuo. "Mientras haya gente dispuesta a mirar la realidad de frente, siempre habrá margen para que empecemos un poquito mejor el año que viene", concluye.