La vida animal comenzó mucho antes de lo que imaginábamos. Y su primer latido no fue un rugido, sino el leve pulso de una esponja

En rocas del Neoproterozoico, los científicos hallaron rastros moleculares que revelan un origen inesperado: las primeras criaturas del reino animal fueron simples esponjas. No tenían cerebro ni movimiento, pero abrieron el camino a todo lo que respiraría después. La complejidad nació, literalmente, de la quietud.