Es desde luego uno de los eléctricos del momento no solo por el acierto de su diseño exterior, sino también por la eficiencia de su sistema de impulsión Uno de las tareas que resultan más esquivas para cualquier equipo de diseño es resucitar, con sentido y de forma reconocible, un modelo emblemático del pasado. El de Renault lo ha logrado sin asomo de duda con el Renault 5 E-Tech, la encarnación moderna -y, por supuesto, eléctrica- del superventas de los años 70 que consigue el milagro de recordar al modelo original tal cual era a pesar de no compartir nada con él salvo tal vez sus proporciones generales. Más allá del acierto en el diseño, sobre el que hay unanimidad, Renault se ha anotado otro punto al escoger una paleta de colores muy vistosa, compuesta por opciones amarilla (en las imágenes), verde, azul oscuro, blanco nacarado y negro brillante. Aunque el efecto que produce el coche en la calle se ha diluido en los meses que lleva en el mercado, aún se es testigo al circular de la gran cantidad de miradas que atrae a su paso. El R5 eléctrico sigue atrayendo las miradas, aunque menos que hace unos meses. No todo han sido logros en la concepción y desarrollo del R5 eléctrico. Ya se ha publicado hasta la saciedad que las plazas traseras son bastante angostas y que el maletero, de 277 litros, tampoco es para tirar cohetes, pero creemos que nada de eso debería sorprender demasiado en un coche que mide 3,92 metros de largo. Más delicada es la cuestión de que la versión más económica -aquella que se publicitó con precio inferior a 25.000 euros- incorpora una batería que no puede recargarse en corriente continua. La que dispone de 122 caballos aun con la misma batería de 40 kWh sí admite carga rápida de hasta 80 kW, en tanto que la versión de 150 CV y batería de 52 kWh soporta hasta 100 kW, pero aquí el precio se va ya a 26.851 y 31.650 euros, respectivamente. La variante más potente del Renault 5 E-Tech, que hemos tenido ocasión de conducir días atrás, es rápida en el 0 a 100 km/h, en el que invierte 8 segundos, y llega pronto a los 150 km/h a que tiene limitada la velocidad máxima. También solventa con celeridad, en apenas 6 segundos, el paso de 80 a 120 km/h, que simula un adelantamiento tipo. En este apartado solo debemos mencionar que el coche pierde motricidad en el eje delantero más veces de lo deseable, sobre todo a la salida de las curvas y especialmente -como es de esperar- con firme mojado. Por lo demás, la suspensión resulta firme y eficaz a la hora de limitar los movimientos de la carrocería y de atenuar la incomodidad causada por los baches de la carretera. El capó cuenta con este indicador que se ilumina al poner el coche en marcha. Si bien habíamos leído que el modelo francés presentaba cifras de consumo muy alejadas de las oficiales, nuestro recorrido de pruebas ha mostrado justamente lo contrario, tal vez porque nosotros hemos conducido el coche en verano y las otras referencias correspondían a fechas del calendario más frías. Dicho a las claras: uno de los aspectos que más nos han convencido del coche ha sido precisamente tanto su eficiencia energética como, de manera particular, la facilidad con que regenera electricidad con destino a la batería al frenar, decelerar y avanzar por inercia. Con temperaturas altas, es fácil obtener según nuestra experiencia un promedio de 15 kWh/100 km, similar al homologado en ciclo WLTP, y en consecuencia extender la autonomía antes de recargar hasta los 400 kilómetros aproximadamente, algo menos si conducimos solo por vías rápidas. Estas cifras de consumo son posibles gracias a que el R5 E-Tech es un vehículo pequeño y relativamente liviano para tratarse de un eléctrico (unos 1.500 kilos), lo que nos reafirma en la opinión de que los coches de baterías más razonables son justamente los que apuestan por la ligereza y por las baterías de capacidad intermedia. Salpicadero y plazas delanteras del modelo francés. Un interior cuidado Además del diseño y la eficiencia, nos ha gustado mucho el acabado interior de la terminación Iconic Cinq, la más exclusiva y costosa del catálogo (supera los 34.000 euros). El habitáculo no es aquí solo moderno y atractivo, sino que también hace uso de materiales de buena factura, además de vistosos. Las versiones más equipadas de la gama cuentan con un cuadro de instrumentos de 10 pulgadas cuyos gráficos y presentación admiten cinco tipos de visualización. En cuanto a la pantalla central, del mismo tamaño, alberga un sistema operativo Android Automotive compatible sin cables con Apple CarPlay y Android Auto y de manejo muy fácil e intuitivo. El ecosistema Google del que forma parte el sistema incluye en este caso un útil planificador de rutas que tiene en cuenta la evolución de los datos del vehículo (consumo y autonomía), la ubicación de los puntos de recarga (con potencia y ocupación en muchos de ellos) y la temperatura exterior, a fin de hacer estimaciones en las variaciones de la autonomía. Además, el usuario puede establecer el nivel mínimo y máximo de carga en cada parada o destino. Detalle de calidad en la parte derecha del salpicadero. Como aspectos mejorables del coche debemos referirnos a la visibilidad que restan los pilares delanteros, cosa difícil de modificar, y al exceso de palancas -selector de cambio, limpiaparabrisas y manejo de audio- en la parte posterior derecha del volante, esta sí susceptible de mejorar. Sobre todo al hacer maniobras, es fácil confundirse y accionar los limpias cuando queremos, por ejemplo, engranar la marcha atrás, aunque todo mejora cuando uno se acostumbra a la disposición decidida por Renault. Recordemos por último que la marca del rombo ofrece un catálogo de 104 accesorios para personalizar el Renault 5, algunos de los cuales están fabricados con tecnología de impresión 3D. Entre ellos se encuentra una funda extraíble para el selector del cambio que, además de servir de adorno, suponemos que ayudará a evitar confusiones como las que acabamos de describir. Renault parece que ampliará con el tiempo estas opciones para hacer aún más cool un coche que ya lo es, y mucho.