Fernando Adrián vuelve a conectar con Santander y abre la Puerta Grande

Fernando Adrián volvió a conquistar Santander por segundo año consecutivo en una tarde en la que refrendó su conexión con los tendidos de Cuatro Caminos y abrió de nuevo la Puerta Grande. Hasta tres toros de Juan Pedro Domecq ofrecieron posibilidades —el segundo, el tercero y, muy especialmente, el cuarto— para que la terna pudiera expresarse. Sin embargo, sólo Adrián consiguió redondear su actuación con la espada y conectar con un público que terminó rendido a su entrega. El madrileño cuajó su obra más rotunda en el primero de su lote, un toro de Juan Pedro Domecq que había sido reseñado como quinto pero que saltó al ruedo como segundo tras devolverse el titular y correrse turno. Lo saludó con un farol de rodillas y un vibrante ramillete de chicuelinas, preludio de una faena que comenzó a pies juntos con cambiados por la espalda y fue creciendo en intensidad. Con pulso y temple afianzó una embestida que se fue viniendo arriba hasta que, en las series finales, Adrián se fue hasta los terrenos de sol para mostrar firmeza y ligazón, rematando su obra con bernadinas ajustadas que encendieron los tendidos más festivos. La estocada, de rápido efecto, desató la petición unánime de trofeos, y el palco otorgó las dos orejas que parecieron premio generoso. En el quinto de la tarde, un sobrero de El Pilar que sustituyó al titular de Juan Pedro, Adrián volvió a mostrarse firme y solvente. Lo recibió de rodillas en el centro y, aunque el toro resultó más deslucido y perdió las manos en varias ocasiones, logró hilvanar un trasteo de que rompió de nuevo en el tramo final cuando de nuevo se fue a buscar el cobijo de la gente joven y las peñas. Esta vez, el fallo con los aceros redujo el premio a una ovación. Fortes encontró la calidad en su lote sin alcanzar el premio grande. En su primero, un toro de Juan Pedro de hechuras finas pero con embestidas descompuestas, el malagueño firmó muletazos de mérito, especialmente en la querencia junto a tablas, aunque sin poder dar continuidad a la faena. Una estocada al segundo intento y el descabello fueron la rúbrica a la obra. Con el cuarto, un toro de clase excepcional por el pitón izquierdo, Fortes apostó por la ligazón en terrenos de tablas y, aunque hubo naturales de alta nota, la obra no terminó de redondearse. La vuelta al ruedo tras aviso supo a poco para el oponente que tuvo enfrente. Borja Jiménez dejó la impresión de un torero dispuesto a todo, aunque con la espada en contra. En su primero comenzó con pases cambiados en el centro y series ligadas en las que imprimió verticalidad y entrega. La faena fue a más, pero el fallo con los aceros tras aviso rebajó la recompensa a una ovación. Con el sexto, el sevillano se mostró muy firme ante un toro de Juan Pedro sin clase ni entrega, al que exprimió en un trasteo de fe, buscando siempre el pitón contrario para alargar las embestidas. La espada volvió a jugar en su contra y se escuchó un aviso antes de la estocada caída. Palmas como premio a su disposición.