Desde Aix-en-Provence, la montaña de Sainte-Victoire aparece como un inmenso altar de piedra rodeado por viñedos y olivos. Paul Cézanne la pintó más de 80 veces, en unas armonías cada vez más tenues y con formas cada vez más reducidas a planos geométricos. Al medirse con este monumento de la campiña provenzal, que conocía desde niño, el pintor adquirió un punto de referencia permanente frente al que desarrollar su estilo y ver el giro que tomaban sus investigaciones. Era un objetivo que se le aparecía a chispazos y que compartía con su amigo el poeta Joachim Gasquet: «Tengo necesidad de conocer la geología, cómo la montaña de Santa Victoria se enraíza, cuál es el color geológico de sus tierras y... Ver Más