Este cronista no conoce un tangerino que no sienta nostalgia de aquella ciudad que lo fue todo en el arte, la literatura, el cine, la música…, un reducto de libertades en el que se daban cita timadores y piratas, cantantes y poetas, espías y soñadores, artistas y escritores… El sueño del califato cordobés encarnado en calles, tiendas y bares muchos siglos después.