Decenas de miles de desplazados y al menos 1.000 muertos en el sur de Siria en medio de una tregua precaria

El Observatorio Sirio de Derechos Humanos constata violaciones menores del alto el fuego entre drusos y beduinos en la región de Sweida Qué está pasando ahora en Siria, qué papel tiene Israel y qué significa la tregua Tras una semana de combates que han dejado más 1.000 muertos, las facciones beduinas y drusas del sur de Siria, apoyadas, respectivamente, por el Gobierno provisional sirio e Israel, respetaron este lunes el nuevo alto el fuego decretado el sábado pese a algunos incidentes menores. Se espera que la tregua dé paso esta vez al cese de unas hostilidades que han provocado el desplazamiento de decenas de miles de civiles. Datos de la Organización Internacional para las Migraciones citados por varios medios internacionales recogen que, desde el pasado día 13, el número de desplazados ha superado las 120.000 personas, una magnitud que recuerda a la de los desplazamientos interiores durante las fases más cruentas de la guerra civil siria. La nueva tregua, tras dos intentonas fallidas el martes y miércoles de la semana pasada, la anunció el viernes el enviado especial de Estados Unidos en Siria, Tom Barrack, y la confirmó al día siguiente el presidente del Gobierno provisional sirio, Ahmed Al Sharaa, que dijo que las “fuerzas de seguridad” volverían a entrar en la región de Sweida, fronteriza con Israel y donde se concentra la minoría drusa en el país. Israel había bombardeado el miércoles el edificio del Ministerio de Defensa y parte del complejo presidencial sirio en Damasco en respuesta a la entrada de los militares sirios en Sweida. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, dijo que su objetivo era “desmilitarizar” el sur del país, pero se avino después a permitir la entrada de fuerzas gubernamentales sirias en la región. El ministro del Interior sirio, Anas Jatab, aseguró el domingo que “tras días sangrientos en la provincia de Sweida, las fuerzas de seguridad lograron calmar la situación tras desplegarse en las regiones norte y oeste”, donde “lograron imponer un alto el fuego” en la ciudad de Sweida, “en preparación para la fase de intercambio de prisioneros y el retorno gradual a la estabilidad en toda la provincia”. El portavoz del Ministerio de Interior, Noureddine al Baba, dijo, por su parte, que habían salido de Sweida todos los “combatientes tribales” y se detuvieron los enfrentamientos dentro de los barrios de la urbe. Más de 1.000 muertos El Observatorio Sirio de Derechos Humanos, una organización con sede en Londres que sigue los avatares de la guerra en el país, ha documentado la muerte de 1.120 personas desde el recrudecimiento de los enfrentamientos entre drusos y beduinos, una cifra que incluye 194 ejecuciones extrajudiciales. El Observatorio ha señalado violaciones menores del alto el fuego a lo largo del lunes a cargo de drones pilotados por beduinos, pero sin que se produjesen víctimas mortales. La organización ya había constatado el domingo que la provincia permanecía bajo control de grupos drusos locales armados, mientras que los combatientes tribales se habían retirado de varias posiciones dentro del área. Los términos de la tregua conllevan el traslado de residentes. Grupos de beduinos empezaron a salir camino de la provincia limítrofe de Daraa. También se pactó la salida de miembros de las fuerzas regulares sirias y las del Ministerio de Defensa, además de la entrega de ayuda humanitaria y la creación de una misión que investigue los abusos cometidos la semana pasada. Damasco envió a las tropas a Sweida el domingo 13 con el fin de detener las escaramuzas entre drusos y beduinos, pero la actuación de los soldados regulares suscitó numerosas denuncias de violencia sectaria contra la minoría drusa. Altos del Golán Además de proteger a los drusos, un colectivo que profesa una rama del Islam y que también tiene una presencia notable en su territorio, Israel tiene otros motivos que explican su beligerancia con el vecino del norte. El país lleva desde la caída del Gobierno de Bashar al Asad y el ascenso de Al Sharaa —antiguo militante de varios grupos integristas religiosos con raíces en Al Qaeda— tratando de limitar las capacidades militares de Siria, lo que le permite consolidar asimismo su dominio de los Altos del Golán, que ocupa ilegalmente desde hace décadas. La inestabilidad en Sweida disgusta a Estados Unidos, que intenta convertir a Siria en un aliado en la región que ayude a normalizar las relaciones del mundo árabe con Israel. Para ello ha levantado las sanciones que pesaban sobre el régimen de Al Asad —pese a los episodios de violencia sectaria contra la minoría alawita y las suspicacias de los kurdos al norte— y se ha empleado a fondo para sofocar la crisis. Barrack instó de nuevo el domingo a “la paz y el diálogo”, e insistió en la urgencia del objetivo, mientras que el secretario de Estado, Marco Rubio, llamó al Gobierno de Al Sharaa a “evitar que el Estado Islámico u otros yihadistas violentos” desestabilicen la región, y a reprimir a sus propias tropas si cometieron “atrocidades”.