Gracias al exministro Cristóbal Montoro –y a que la política cierra hoy por vacaciones, importante–, el Gobierno tiene ocasión de despresurizarse y de confiar en que la opinión pública crea que los casos de corrupción son eso, casos, no síntomas de una corrupción sistémica, según el diagnóstico de Cuca Gamarra, especialista. La razón es que el Partido Popular difícilmente podrá seguir con la estrategia de hostigamiento sin que, por extemporal que sea, se le recuerde que el ministro Montoro, cuando lo era, ya era el exministro Montoro que ahora encausa el titular del Juzgado número 2 de Tarragona: a saber, su cara, su risa y el dedo amenazador. Un grande de la vileza.