A cinco años de la pandemia

En los primeros quince días del confinamiento por el covid-19 la delincuencia cayó un 73 %. Se refiere a la delincuencia de calle –un sector muy atomizado–, que, sin gente en la vía pública, no supo estar realmente a la altura. La teledelincuencia dio la talla entrando por Internet en todos los dispositivos electrónicos. Lo que aún repercute, cinco años después, es el delito de colaboración público-privada que alimenta nuestra histórica corrupción. El Gobierno anunció que rebajaba los controles en la contratación publica, y eso despertó a los más vivos intermediarios oportunistas, que vieron oro en aquella mierda. Todo eran albricias si conocían chinos proveedores y contrataban aviones para que las importaciones volaran. De las bodegas de los aviones salieron muchos palés de mascarillas, en muchos casos defectuosas, y en todos, caros, por escasez y comisiones.