Casi la mitad de los estudiantes de la Universitat de les Illes Balears (UIB) cree en algún tipo de fenómeno paranormal, según revela una tesis doctoral defendida recientemente por el investigador Hugo Matas Blázquez. El estudio, que ha analizado el pensamiento crítico en el entorno universitario, concluye que la educación superior no actúa como barrera suficiente contra las creencias irracionales. La tesis, desarrollada en el ámbito de las ciencias sociales y educativas, ha contado con una muestra de 6.584 estudiantes de la UIB. Su objetivo era determinar hasta qué punto la formación universitaria influye en la reducción de creencias como la astrología, los efectos de la luna, los amuletos o las pseudoterapias. Los resultados no dejan lugar a dudas: un 48% de los alumnos acepta al menos una creencia paranormal, y un 18% son clasificados como “muy creyentes”. Las idea más popular son los supuestos efectos de la luna sobre el comportamiento humano (22%). Entre otras está la fe en la suerte o en rituales supersticiosos. Según el trabajo de investigación, las mujeres tienden a mostrar una mayor inclinación hacia las creencias paranormales que los hombres. Además, se detecta que los estudiantes de disciplinas científicas como Física, Biología o Química muestran un mayor nivel de escepticismo, mientras que en grados como Derecho, Educación Infantil o Turismo se mantiene una ligera tendencia al alza, aunque estadísticamente no significativa. El estudio también destaca que el rendimiento académico no guarda una relación directa con el nivel de creencias, desmontando así el supuesto de que los mejores expedientes son también los más racionales. Para el autor, esto pone en evidencia que la universidad, tal como está planteada actualmente, no es suficiente para erradicar la pseudociencia ni las ideas infundadas. La UIB ha destacado en un comunicado que la tesis “cuestiona el mito ilustrado de que la educación superior actúa como un antídoto universal frente a la irracionalidad”. En cambio, apunta a que los estudiantes más críticos ya optan desde el inicio por carreras con una base científica, en lugar de desarrollar ese pensamiento a lo largo de su etapa universitaria. Finalmente, la investigación lanza una advertencia clara: en un contexto donde las pseudoterapias, las fake news científicas y la desinformación ganan terreno, es fundamental que las universidades refuercen la enseñanza del pensamiento crítico, revisen sus programas y fomenten una ciudadanía más informada y racional.