Se comen de nuevo en un museo francés el polémico plátano de Cattelan, valorado en millones de euros

Un visitante del Centro Pompidou-Metz mordió la banana que forma parte de 'Comedian', la célebre instalación del artista italiano Maurizio Cattelan , valorada en millones de dólares . Aunque pueda parecer un acto de vandalismo, el museo lo ha tomado con calma: la fruta fue reemplazada «en cuestión de minutos» y sin consecuencias legales , según informaron voceros de la institución. «El equipo de vigilancia intervino con rapidez y serenidad, de acuerdo con los procedimientos internos», confirmó el museo a la agencia AFP. La acción no comprometió la integridad de la obra, que consiste en una banana adherida a la pared con cinta adhesiva plateada, acompañada de instrucciones precisas de reposición. La pieza, parte de la exposición 'Dimanche Sans Fin', con la que el Pompidou-Metz celebra su 15º aniversario, lleva desde mayo captando la atención del público. Su presencia en la ciudad francesa ha reavivado el debate sobre los límites del arte y su valor simbólico y comercial. Cattelan , fiel a su tono irónico, lamentó que el espectador «confundiera la fruta con la obra de arte». «En lugar de comerse la banana con piel y cinta adhesiva, el visitante se limitó a consumir la fruta», agregó el artista, según el comunicado del museo. Este no es el primer episodio que involucra a la provocadora banana. Desde su debut en 2019 en Art Basel Miami -donde se vendió por hasta 150.000 dólares y fue devorada por el artista David Datuna como acto de protesta-, 'Comedian' ha sido más performance que escultura. Su consumo se repitió en 2023, esta vez por un estudiante hambriento en el Leeum Museum de Seúl. Y en un giro aún más teatral, el magnate de las criptomonedas Justin Sun, tras pagar 6,2 millones de dólares por una edición de la obra, se la comió frente a decenas de cámaras en Hong Kong. Cattelan, conocido por su estilo irreverente, ha construido su carrera desafiando convenciones y burlándose de la solemnidad del mundo del arte. 'Comedian' -con su sencilla banana, perecedera y reemplazable - actúa como espejo de ese absurdo. En cada bocado robado, el público participa, quizá sin quererlo, en una performance continua que cuestiona el valor del objeto artístico, su autenticidad, e incluso el papel del espectador. Que vuelva a ser comida no parece una interrupción, sino una parte integral de su historia . Una historia que, según parece, aún tiene varios mordiscos por delante.