Los primeros festines no eran solo comida: también implicaban viajes de más de 70 km con jabalíes a cuestas

Preparación exigente - Gracias al estudio del esmalte dental, se ha determinado que varios jabalíes procedían de zonas lejanas, lo que obliga a considerar desplazamientos deliberados que implicaban un esfuerzo físico considerable y una planificación previa meticulosa Eran unos cocinillas: los neandertales de Amud y Kebara compartían presas pero no la forma de prepararlas Caminar con un animal muerto a cuestas durante dos días por montañas pedregosas no es precisamente un plan fácil. El terreno se vuelve más irregular a medida que se avanza, con pendientes que exigen fuerza constante y zonas donde apenas hay senderos visibles. Cargar con cuerpos inertes de más de 80 kilos implica organizar relevos, prever paradas y tener claro a dónde se quiere llegar. En este caso, el destino era un punto de reunión en la región de los Zagros, donde hace unos 11.000 años se celebró un festín que requería una preparación considerable. Lo que se encontró en el yacimiento de Asiab , al oeste de Irán, fue una fosa con 19 cráneos de jabalí colocados de forma intencionada dentro de un edificio circular. Así lo detalla el estudio publicado en Communications Earth & Environment , que sitúa este evento en el Neolítico temprano, mucho antes de la aparición de la agricultura en la zona. La escena no es única en la arqueología, pero sí lo es su contexto: un banquete masivo en una época en la que aún no existían excedentes alimentarios estables . El análisis dental revela que algunos animales llegaron desde lugares situados a más de 70 kilómetros El estudio detallado del esmalte dental de cinco de esos animales permitió rastrear el lugar de origen de algunos ejemplares. Según explican los autores del estudio, esas pruebas mostraron que varios jabalíes procedían de puntos lejanos, situados a más de 70 kilómetros del lugar donde fueron hallados. Esa distancia obligaba a desplazamientos de al menos dos jornadas, por caminos abruptos y con escasa visibilidad. El uso de técnicas microestructurales en los dientes ha permitido a los investigadores estudiar la composición química del esmalte, que registra variaciones ambientales según el entorno en el que se desarrolló el animal. Gracias a este método, fue posible identificar diferencias significativas entre los ejemplares locales y los traídos de zonas más distantes, un indicio claro de que hubo una logística previa al festín. Los cráneos de jabalí dan muchas pistas Aunque se han documentado celebraciones alimentarias en otras partes del mundo vinculadas a comunidades agrícolas, la singularidad de Asiab reside en que se produjo antes del desarrollo de esa práctica . El transporte intencionado de los animales apunta a una forma de reciprocidad organizada entre grupos humanos que compartían territorio y vínculos sociales. Lo ocurrido en Asiab sugiere una red de relaciones sociales basada en el intercambio y la cooperación Según el medio Tehran Times , esta reunión habría requerido coordinación entre distintas comunidades de la región. Algunos participantes no solo se desplazaron hasta el lugar, sino que llevaron consigo animales de valor como parte de una especie de intercambio . El estudio sostiene que estas contribuciones no respondían a una necesidad alimentaria básica, sino a la reafirmación de alianzas a través de gestos compartidos. La forma en que fueron depositados los cráneos también indica una dimensión simbólica. Tal como recoge LiveScience , los restos se encontraron empaquetados con cuidado dentro de un espacio delimitado, lo que sugiere que el evento tuvo un componente ceremonial . Las marcas de carnicería en los huesos evidencian que los jabalíes fueron consumidos durante un banquete, aunque la disposición final de los cráneos obedecía a criterios distintos de los puramente prácticos. Esta forma de conmemoración colectiva, que incluía tanto el desplazamiento como la disposición posterior de los restos, parece reflejar una organización social más compleja de lo que se creía en ese periodo. El estudio no descarta que estos encuentros fueran importantes para consolidar lazos entre grupos dispersos, lo que habría contribuido a sentar las bases para estructuras sociales más estables. En un momento anterior a la sedentarización definitiva, reunir personas y animales en un punto común requería planificación, tiempo y coordinación sin las comodidades actuales. Ese esfuerzo demuestra una voluntad de cohesión que va más allá de la mera subsistencia . Y aunque aún faltan piezas para completar el relato, lo hallado en Asiab aporta una evidencia sólida de que ya existían prácticas comunales organizadas miles de años antes del cultivo sistemático de la tierra.