El centrista Andrés Martínez Arrieta, presidente en funciones de la Sala Penal del Tribunal Supremo, la célebre Sala Segunda, hizo saber a amigos próximos, discretamente, que si no era elegido presidente efectivo -la convocatoria del concurso se termina este miércoles 23 de julio- ya no presentaría su candidatura en sucesivas convocatorias. Deseaba ser presidente para ejercer como tal porque el interinato abierto con la salida de Manuel Marchena a primeros de diciembre de 2024 -quien rechazó seguir en funciones- no se lo permitía. Y, finalmente, el sector progresista, que apoyaba la candidatura de la magistrada Ana Ferrer, ha llegado a la conclusión de que enrocarse no produciría más que una prolongación de un vacío que la inercia de la etapa anterior iría llenando.