Yo pensaba, ingenuo de mí, que el mes de julio, un mes de tránsito, donde el calor lo condiciona todo, iba a ser un mes tranquilo, de los que no pasa nada, solo el tiempo, de ese que uno emplea a gusto para disfrutar, unos para irse a correr o andar, según la capacidad física de cada uno, por el cauce del río o por el canal, otros a leer una buena novela (les recomiendo La muy catastrófica visita al zoo de Joël Dicker), otros a tomar algo fresco en las terrazas y platicar, y los que no tienen otro remedio a irse a pasar el día a la playa. ¡Qué por nadie pase! Pero que va, ríanse ustedes de mis presagios, aquí están dándose día sí y día también una manta de hostias, como las que le pegaron a García Page en el Comité Federal del PSOE, los festeros del campo y de la ciudad, y todo ello a cuenta del acto de la ofrenda de flores a la Virgen de la Asunción.