A medida que las preguntas en torno a la vida y la muerte de Jeffrey Epstein ―preguntas que una vez Donald Trump ayudó a azuzar― entraban en su ciclo de noticias por millonésima vez, el equipo del presidente comenzó a debatir en privado las formas de calmar el furor. Las opciones eran múltiples: nombrar a un abogado especial para investigar; pedir a los tribunales que desclasifiquen los documentos relacionados con el caso; que la fiscal general, Pam Bondi, diera una rueda de prensa; o celebrar ruedas de prensa diarias que abordaran el tema, al estilo de las apariciones periódicas de Trump durante la pandemia. Sin embargo, el equipo de Trump descartó todas las opciones. Cualquier decisión vendría en última instancia de Bondi y Trump juntos ―o de Trump solo― y durante días, el presidente se mantuvo firme en no hacer nada. Las constantes preguntas de la prensa han hecho que Trump este muy molesto y frustrado por su incapacidad de redirigir la atención de la ciudadanía hacia lo que él considera sus éxitos. Pero más que eso, Trump se siente profundamente traicionado por los seguidores del movimiento MAGA, que le habían creído cuando insinuó que había algo nefasto en la forma en que se ha manejado el caso Epstein, y que ahora se negaron a creerle cuando dijo que sus sospechas eran en realidad infundadas. Él ―su presidente, su líder, el mártir que había soportado los escándalos y la bala de un asesino con su nombre― les había dicho en repetidas ocasiones que era hora de seguir adelante, y eso por sí solo debería bastar. Por qué iba la Casa Blanca a echar leña al fuego, se quejaba Trump, por qué iba a seguir la narrativa de los medios de comunicación. En concreto, Trump se ha ensañado con los influencers MAGA que, en su opinión, se han beneficiado y se han hecho famosos gracias a él y su movimiento político. Algunos funcionarios de la Casa Blanca han llegado a decir sobre estos influencers que "se han olvidado del nombre que está sobre la puerta". "Estas personas cobran sus sueldos y obtienen sus clics todo gracias a él", declaraba un funcionario público a los medios estadounidenses, a lo que agregaba: "El presidente tiene peces más gordos que freír. La gente tiene que abrir los ojos y escucharle". Pero los desordenados esfuerzos de contención de Trump ―específicamente, su esfuerzo por simplemente arrasar con este escándalo― llegaron a su fin la semana pasada, cuando la noche del 17 de julio, el Wall Street Journal publicó un demoledor artículo sobre un carta que Trump envió a Epstein por su 50 cumpleaños en la que aludía a un "secreto" compartido y estaba enmarcada por el dibujo de contorno de una mujer desnuda. Por su parte, Trump negó haber escrito la carta o hecho el dibujo. Poco después de que el articulo se publicara, Trump escribió en Truth Social que, debido a "la ridícula cantidad de publicidad dada a Jeffrey Epstein", había pedido a Bondi que...