Caminar por la Explanada sin distinguir los mosaicos del suelo, cruzar la Plaza del Ayuntamiento sin reconocer rostros conocidos, o mirar hacia el Castillo de Santa Bárbara y no poder enfocar sus contornos. Para muchas personas mayores en Alicante, estos gestos cotidianos empiezan a volverse extraños, borrosos o directamente imposibles.