La mujer está todavía bajo los efectos de la epidural pero nada más ver la cara del bebé por primera vez en su vida su pareja le ha dado al botón de enviar y lo ha compartido por WhatsApp, Instagram, y Facebook. Sin darse cuenta, han lanzado a su hijo a la red y este ha terminado ante los ojos de un desconocido. Poner el acento en los peligros del ' sharenting ', que es el uso habitual de redes sociales que hacen los padres para publicar imágenes, vídeos o información de sus hijos, es el objetivo del último proyecto realizada por fundacionSol en colaboración con la Policía, en donde se muestra cómo una foto compartida en el mismísimo paritorio pasa automáticamente a manos de gente extraña. El estremecdor vídeo pone el foco en las consecuencias de estas acciones, aparentemente inocentes, que pueden vulnerar gravemente la intimidad, seguridad y bienestar de niños y adolescentes. Porque esta práctica, recalca Claudia Caso, directora de fundaciónSol , «no es un gesto inocente: es una puerta abierta a riesgos invisibles, pero reales». Cada día, de forma inconsciente, son multitud las familias que comparten la vida de sus retoños, «sin mala intención, porque ven situaciones que son un motivo de orgullo y quieren que todo el mundo se entere, como puede ser el nacimiento de un hijo. Pero, por desgracia, hay otras personas que lo que están viendo son 'oportunidades' para la pederastia o el grooming», alerta Abraham Bedmar, oficial de Policía Nacional con más de 17 años de experiencia en trabajos de seguridad ciudadana, investigación y prevención de delincuencia. Los datos así lo confirman. El 89 por ciento de los progenitores publica fotos o vídeos de sus hijos en redes al menos una vez al mes, ignorando los riesgos. Sin embargo, según el Comité de expertos para el desarrollo de un entorno digital seguro para la juventud e infancia, el 72 por ciento del material incautado a pedófilos está compuesto por imágenes cotidianas no sexualizadas de menores, unas imágenes que se multiplican en periodos de verano, donde se publican millones de fotos de niños en la playa, en traje de baño o, incluso, desnudos. «Es verdad que las familias quizás suben más fotos ahora en la época estival, pero la persona que publica fotos de sus hijos lo hace todo el año, porque es su forma de interaccionar. Es ahí donde hay que hacer prevención para garantizar la protección de los menores», insiste Bedmar. La situación, prosigue Beatriz Izquierdo, asesora de proyectos de fundaciónSol y especialista en criminología, invitan a replantearse el papel que desempeñan los progenitores en la protección de la infancia en el entorno digital. «Compartir en la red imágenes de menores es una práctica no exenta de riesgos. Entre ellos se encuentran, por ejemplo, la mera incomodidad que puede sentir el menor al verse expuesto, el ciberbullying, la creación de perfiles falsos en las redes o de memes que se comparten de forma masiva, o la manipulación de imágenes a través de la IA para crear material de pornografía infantil . No podemos obviar que esas imágenes, que nosotros compartimos de manera inocente, han terminado en algunos casos en archivos de pederastas. Tampoco podemos olvidar que, cuando subimos a la red una imágen estamos dando mucha más información de la que pensamos. Sabiendo esto, la mejor imagen de un menor en la red es aquella que no se comparte», recalca. Por desgracia la campaña, señala este oficial de Policía Nacional, «es muy real. El 'sharenting' como concepto no deja de ser una sobre exposición de los menores en redes sociales y otros canales digitales. ¿Es el cumpleaños del niño? 40.000 fotos. ¿Un día en el parque de atracciones? Otras tantas. Al final, son los propios padres quienes están alimentando la base de datos de internet con imágenes de niños y menores». De hecho, según una encuesta elaborada por la firma de seguridad informática AVG en diez países, entre ellos España, el 23 por ciento de los niños tiene presencia en línea incluso antes de nacer, porque sus padres publican las imágenes de las ecografías. Este porcentaje se dispara rápidamente, hasta el punto de que el 81 por ciento está en internet antes de cumplir los seis meses. La cifra sigue aumentando progresivamente en los primeros años de infancia.