Las visitas guiadas al Monasterio de Santa María de Iguacel ya se pueden hacer en microbús desde Castiello de Jaca

La mancomunidad del Alto Valle del Aragón, integrada por Jaca, Castiello, Borao, Villanua y Canfránc, junto con el Ayuntamiento de Jaca, ha anunciado la puesta en marcha de un innovador sistema de visitas guiadas al Monasterio de Santa María de Iguacel, con el objetivo de potenciar el desarrollo económico, social y cultural de la región. El presidente de la mancomunidad, Álvaro Salesa, explicó que desde principios de julio se han llevado a cabo varias reuniones con instituciones como el departamento de Medio Ambiente de Aragón, el Ayuntamiento de Jaca y la asociación Sancho Ramírez, con la finalidad de establecer un sistema de control y promoción del acceso al monasterio mediante un microbús que tendrá 5 periodicidades al día, con salida desde Castiello de Jaca. El programa, que ya está en marcha, permite a los interesados reservar sus plazas en línea a través de la página web de la mancomunidad (https://www.mavaragon.es/). Las visitas se realizarán en vehículos de 12 plazas, con desplazamientos controlados de ida y vuelta, y estarán disponibles desde el martes 22 de julio hasta el 31 de agosto en diferentes horarios: a las 10, 11.15, 12.30, 15.30 y 16.45. “Estamos colaborando estrechamente con diferentes entidades para dar a conocer nuestro patrimonio histórico, artístico y cultural, además de colaborar con la administración forestal en el control del tránsito por pistas forestales durante el verano, hasta el 31 de agosto, salvo en días de nivel rojo de incendio que no se podrá realizar el servicio”, afirmó Salesa. Salesa destacó que esta iniciativa no tiene fines lucrativos y que, aunque implica un coste aproximado de 15.000 euros para su funcionamiento durante los 40 días, la prioridad es la conservación y divulgación del patrimonio cultural y natural del valle. “Creemos que vale la pena invertir en esto y esperamos poder mejorar y ampliar el proyecto en los próximos años”, añadió. Los visitantes tardarán 30 minutos por trayecto en llegar a Iguacel y allí dispondrán de hora y media para disfrutar de la joya románica, siempre con la explicación del guía de la Asociación Sáncho Ramírez. El turno del mediodía será de más tiempo para los que quieran comer en el privilegiado entoeno de la ermita. La Asociación Sancho Ramírez ha resaltado más de tres décadas de trabajo dedicado a la conservación y promoción de la iglesia de Iguacel, una joya arquitectónica del siglo XI declarada Bien de Interés Cultural. Desde su fundación en 1989, la asociación ha llevado a cabo numerosas acciones para mantener en buen estado este patrimonio, gracias al esfuerzo desinteresado de sus socios voluntarios y al apoyo de instituciones públicas y privadas. Entre los hitos más destacados se encuentran el retejado del abside en 1989 y la restauración de la iglesia y sus pinturas en 1990, logradas mediante subvenciones de la Dirección General de Patrimonio y la colaboración de expertos en restauración. Desde entonces, la asociación ha abierto la iglesia al público en diferentes épocas del año, ofreciendo visitas guiadas y atendiendo a los visitantes con entusiasmo y dedicación, especialmente durante la romería del Valle del Aragón en mayo. El presidente de la asociación, Francisco González, destacó que su labor siempre ha sido realizada en el tiempo libre de los socios, muchas veces financiando con recursos propios. Además, subrayó la importancia de seguir colaborando con instituciones para garantizar la conservación de Iguacel, que en la actualidad enfrenta a nuevos desafíos, que requiere intervenciones urgentes para garantizar la seguridad de los visitantes. González también expresó su deseo de que la gestión de la iglesia continúe en buenas manos en el futuro, ya sea por parte de la asociación o de otra entidad, siempre con el objetivo de divulgar y proteger este patrimonio cultural. La asociación ha recibido apoyo económico de diferentes organismos y asociaciones a lo largo de los años, y continúa trabajando para mantener vivo este legado histórico