Artículo de Lendoiro: El Dépor "comeza outra historia"

Hoy, cuando se alza el telón de los amistosos, nos damos cuenta de lo mucho que han cambiado las cosas en solo unos años. En otra época Vilalba, el Hotel Villamartín, era nuestro auténtico centro de operaciones. Paco Roca, mítico presidente de la Decana, se encargaba de que el Concello tuviese impecable el césped de La Magdalena para acoger los entrenos y el debut anual del Deportivo. El partido contra el Vilalbés era el que servía de pistoletazo de salida y para la afición el día señalado en el calendario para que las nuevas estrellas pasasen su primer examen. Por desgracia, ese precioso guiño blanquiazul a toda la provincia de Lugo -simbolizada en esas visitas tradicionales A Terra Chá y A Mariña-, se perdió. Se trataba de dos días de ‘festa rachada’, no sólo para nuestros aficionados, sino también para la hostelería de la zona y para la tesorería de los equipos locatarios. Ahora ya no se va a Vilalba. Ni se acude a Viveiro, a pesar de lo que cuenta la leyenda: “si estás en Segunda División, y juegas en Viveiro el trofeo Luís de Carlos, tienes garantizado subir de categoría”. Ejemplos existen. Esperemos que, a pesar de no acudir, este año ascendamos. Ahora la pretemporada se hace en Abegondo, pero se esconde al entrenador y a los nuevos fichajes. Como si de repente tuviésemos celos de los vecinos del Sur, nosotros también colocamos lonas. Las nuestras son, incluso, más feas que las de ellos, porque ocultan los campos y los jugadores a la vista de los niños, de la afición y de la prensa. Si a mí se me hubiese ocurrido hacer algo parecido me hubiesen fusilado al amanecer. Desde el club nos insisten en que “comeza outra historia”. Es la verdad, no nos engañan. Son muchas las cosas que están cambiando en muy poco tiempo. Ojalá sea para bien. La situación económica ha mejorado de forma abismal desde que Abanca compró el club. La diferencia con la época más difícil es enorme. Era el precio, creo que nada caro, que tenía que pagar Juan Carlos Escotet por convertirse en el todopoderoso propietario de “uno de los nueve clubs” de España. Algunos temas, muy pocos, permanecen iguales. Se sigue esperando por los últimos fichajes, como marca la tradición, hasta el límite del plazo… o más. No sería la primera vez que se aprovechase esa hora extra que se gana desde Canarias o desde el Reino Unido. La indumentaria tampoco ha sufrido grandes modificaciones. Es curioso, pero las camisetas son cada año más parecidas. Las de los títulos se han puesto de moda y siguen siendo ganadoras. Antes triunfaban en los terrenos de juego y ahora golean en las ventas de la Deportienda. Pero en otras actuaciones se han producido cambios que no creo que hayan sido muy del agrado de los deportivistas de toda la vida. Pocos habrán celebrado que a los 25.000 accionistas nos hayan relegado a nada en la Asamblea: ni que se haya abandonado la Plaza de Pontevedra como la sede oficial del club; ni que se haya firmado un Convenio leonino con el Fútbol Modesto, cuando se presume de apostar por la cantera. No creo que guste que el palco de Riazor se haya convertido en el único de España que el presidente no lo presida; ni que se haya decidido eliminarle a los desempleados su histórico descuento; ni que… Pero, de forma especial, me parece inadmisible la posición del club respecto a las imprescindibles obras en el estadio. Puedo comprender, y comprendo, que existan coruñeses que, por el coste, se opongan a que en su ciudad se celebre el Mundial, pero me resulta imposible entender que el Deportivo se niegue a que el estadio de Riazor sea sede en el 2030. Todos los socios somos conscientes de las dificultades por las que pasaremos, pero también sabemos que el Deportivo, y nosotros, seremos los grandes beneficiados. Bastantes problemas tiene, y va a tener el Concello -alguno derivado del propio Convenio con el club- como para que el privilegiado se convierta en el primer enemigo. Hasta ahí, no. Es triste decirlo, pero del Deportivo de siempre nos queda el nombre, el escudo, los colores, los títulos, la Ciudad Deportiva… y, en especial, una afición tan impresionante ¡que crece! Se hace difícil entender las razones. Quizás fuese el momento de un estudio de nuestra Universidad que profundice en lo que ha motivado ese crecimiento. Poco más nos queda, pero, a pesar de lo perdido, lo que queda es mucho. Defendámoslo. Augusto César Lendoiro. Expresidente R.C.Deportivo.